El Capítulo General de la OFS, que se esta desarrollando en Roma hasta el próximo domingo, ha abordado ayer uno de los aspectos más delicados: el sostenimiento económico de la fraternidad internacional, que recae de forma irregular en la aportación de los hermanos y hermanas de todo el mundo a través de las fraternidades nacionales.
La viceministra general de la OFS, Chelito Núñez, ha apelado a la corresponsabilidad que indica el artículo 30 de las Constituciones Generales, y ha utilizado la imagen de los ‘castellers’ (torres humanas) de Cataluña como símbolo del esfuerzo común para conseguir el resultado, en este caso el buen funcionamiento de la fraternidad internacional.
Valores como la formación, el esfuerzo compartido, el trabajo en equipo, el dinamismo, el equilibrio, el valor, la solidaridad, la tenacidad, el sentido común, la integración o la diversidad, que se encuentran en los ‘castellers’, sirven para definir la fraternidad que queremos, local y global al mismo tiempo.

Proporción de las fraternidades que pagan sus contribuciones.
La jornada también ha servido para conocer experiencias concretas de vida de franciscanos seglares, como la de Eugenia y Elisabetta, que se encargan del cuidado pastoral de un área urbana de Milán (Italia); la de Franco, que participa en la vida pública y política de Latina (Italia); la de Lorena, cuya fraternidad en Cádiz (España) ha iniciado un proyecto de formación basado en el cuidado del medio ambiente, o la de Anne, que como franciscana seglar es asistente espiritual de una fraternidad.
Además, continúan los trabajos de grupo en los diferentes aspectos del ‘Instrumentum Laboris’, con el objetivo de llegar con el trabajo de todos a las conclusiones que permitan dar forma al documento definitivo que debe marcar la forma de gestión futura de la Orden.
Durante estos días también se conoció de primera mano la situación de dos proyectos especialmente ilusionantes para la Orden, como los de África y Tierra Santa – Arabia, que reclamaron un mayor acceso a los materiales de formación y apoyo al surgimiento de la vocación franciscana entre grupos de jóvenes.
El Proyecto África se encuentra ya en una segunda fase, tras ser renovado hace tres años, y continúa con su labor de facilitar el crecimiento de fraternidades locales que surge en el continente, a pesar de las dificultades de comunicación y la lejanía entre ellas.
El objetivo es continuar con los talleres que, hasta el momento, han permitido juntar a hermanos de diferentes países, aunque de forma separada para las fraternidades de lengua francesa e inglesa. Por ello, los responsables del proyecto trabajan en la celebración del I Congreso Panafricano de la OFS, que tendrá lugar en julio de 2018.
En lo que respecta a Tierra Santa – Arabia, se trata de un proyecto iniciado en el sexenio actual que tiene por objetivo la unidad de acción en un área con características comunes: cercanía cultural y lingüística y presencia cristiana minoritaria, en algún caso con ausencia de libertad para expresar la propia fe.
Algunas de las zonas cuentan además con la dificultad que supone para la vida diaria un conflicto político como el de Israel y Palestina en Tierra Santa, o incluso un conflicto bélico como el de Siria, que ha hecho desaparecer fraternidades en Alepo o Damasco.
Ambos proyectos también han puesto de manifiesto su apuesta por la transmisión del carisma a los jóvenes a través de la Juventud Franciscana, que también fue hoy protagonista en el capítulo. Su coordinadora internacional, Andrea Odak, ha puesto de manifiesto la necesidad de hacer espacio a la Jufra en la OFS, para lo que existen herramientas que hay que implementar, como la pertenencia simultánea (Jufra y OFS) a una fraternidad o la figura del animador fraterno.
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