Seleccionar página

Permítanme que escriba esta columna a partir de una idea loca…

Imagínate subiéndote al autobús y encontrar que quien maneja es un fraile o una monja… Ante tu cara de sorpresa, te saluda amablemente, te invita a pasar, a presentarte con tu compañero de asiento y a disfrutar el viaje… 

Quisiera proponer a continuación la creación de un servicio de transporte seguro, fraterno y sostenible, basado en principios cristianos. Más aún, la idea conlleva el impulso a una nueva cultura de educación vial al servicio del bien común en nuestras sociedades. 

Me atrevo a lanzar un desafío: ¿Se atrevería una congregación a “vender su colegio” o dejar una obra para iniciar este servicio, que es a la vez un emprendimiento?

Una empresa así podría ofrecer también clases de manejo a personas que no cuenten con un vehículo para aprender. La flota, sea de autos o autobuses, podría ser eléctrica. Los costos, justos. Y, en general, el trato, basado en principios básicos de respeto, comunicación y aprecio por la vida de quienes viajan juntos y van en carretera. 

Conversando con un amigo el otro día, me decía que quizá una forma sencilla de iniciar una idea semejante podría ser a través de empresas que ya existen, como UBER y Didi. Consideramos que brindar el servicio de transportar a otra persona puede ser, a la vez, una oportunidad para la escucha, el encuentro y la evangelización en salida. 

En el Evangelio de Lucas, Jesús instruye a sus discípulos mientras van de camino… Es más, sus primeros discípulos, siendo pescadores, sirvieron también a Jesús como transportistas con sus barcas y, desde ellas, Jesús predicaba a la muchedumbre y afianzó la fe de los doce.  

Jesús en el Evangelio llamó a personas que tenían mala fama. Recordemos por ejemplo a Leví, el cobrador de impuestos.

Lamentablemente, en muchas de nuestras sociedades, los transportistas son estigmatizados de irresponsables, groseros e injustos. Pero es cierto que, en muchos casos, no son conscientes o no actúan con coherencia ante la enorme responsabilidad que tienen al trasportar vidas humanas. 

Que esta idea loca, pueda dejarnos pensando… No tanto en si algún día llegará a existir un servicio así, sino en el importante llamado a la conversión integral a la que todos estamos llamados.

En la encíclica Laudato si’ el Papa Francisco nos invita a revisar nuestras opciones profundas y a tomar decisiones coherentes con el cuidado de nuestro hogar común. 

Sobre el autor de esta entrada:

Ariana Díaz Acuña

Ariana Díaz Acuña

Teóloga y misionera costarricense.

Licenciada en Teología por la Universidad Teológica de América Central en 2017, diplomada en Pastoral Educativa por el Instituto Teológico Pastoral para América Latina (ITEPAL) en 2014 y diplomada en Doctrina Social de la Iglesia por la Universidad Católica de Costa Rica en 2020.

Ariana es Coordinadora del Capítulo Nacional del Movimiento Laudato si’ en su país y representante de Mesoamérica y El Caribe en el Consejo Continental del mismo Movimiento. Además, es co-líder de la Red de Educación Superior LISTEN Network y miembro de la red de comunicadores católicos Signis Costa Rica. Desde 2019 forma parte de la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (REMAM).

En el pasado se ha desempeñado como docente de secundaria y universitaria, así como Directora Adjunta del Observatorio Laudato si’ de la Universidad Católica de Costa Rica y Directora Académica de la Academia de Líderes Católicos en Costa Rica. En reiteradas ocasiones vivió como misionera en la amazonía peruana, en donde compartió con comunidades campesinas e indígenas amazónicas. .

Comentarios

0 Comentarios