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No sé qué símil utilizaría hoy. Pero los virus informáticos se me antojan muy parecidos a lo que Jesús nos explica en el Evangelio.

El sistema operativo de cada uno de nosotros es bueno y capaz, pero está expuesto a que aparezca algún virus que, imitándolo, lo destroce. Para eso se han inventado los antivirus; para reforzar el sistema original y defenderlo. Y ahí estamos nosotros, creciendo, trabajando y defendiéndonos en un mundo variopinto y diverso. Y cayendo en la cuenta de que: ¡Cuántos más virus, mejores antivirus!

Pero, ¿no sería mejor acabar con ellos? Pues supongo que sí. Es la pregunta que -en el evangelio- hacen los criados al amo, tentados de acabar de una vez con la cizaña. El amo les contesta que tengan paciencia, que dejen crecer juntos -al trigo y a la cizaña- y que él se encargará de separarlos al final del tiempo.

Nosotros somos impacientes. Preferimos cortar de raíz una situación o excluir a una persona para vivir tranquilos y sin sobresaltos. Nos erigimos en jueces; pretendiendo saber quién es trigo y quién virus o cizaña y haciendo prevalecer nuestro criterio. Extirpar un virus de raíz puede llevarnos a borrar todo el sistema; cargándonos los contenidos buenos junto con los dañados. Y eso, sí que es un riesgo… Pero hay otro derivado: ¿Quién te dice que tú no eres cizaña o virus para tu hermano? ¿No debías ser tú también extirpado?

Menos mal que Dios es paciente y precavido. No quiere perdernos a ninguno, aunque para ello tenga que dejarnos crecer y fortalecernos ante las adversidades: con la cizaña o con virus.

Así pues, como el trigo y la cizaña van a seguir estando juntos, no nos queda otra que entrenarnos para saber trabajar -en medio de la dificultad- sin dejar de ser trigo y trigo del bueno. ¡Total, quien no levante su cruz detrás de Jesús no es digno Él! Éste sí que es un buen antivirus…

Via LCDLP

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