
Acerquémonos hoy a Clara de Asís, buscando esa huella de mujer creyente en Jesús que vivió la fraternidad y minoridad en una eclesiología de la cristiandad basada: en el poder absoluto religioso y político del papado, en la acción bélica de las cruzadas y los tribunales de la intuición, en el desprestigio y persecución de la mujer en la “cacería de brujas”, en el mercado de las indulgencias; donde tenían la bendición la estructura socioeconómica de “los mayores, los menores y los miserables”; en cuanto al contexto eclesial, se da un surgir de movimientos laicales inspirados en el evangelio, al mismo tiempo, la discusión y debates en distintas escuelas teológicas, y la novedad de los movimientos mendicantes; es toda una revuelta del Espíritu que estaba renovando desde abajo la espiritualidad y modo de vivir el seguimiento de Jesús en la Iglesia.
En 1193 nace Clara de Asís, la primera de tres hijas de la noble Ortulana y de su padre el caballero Faburone Offreduccio de Bernardino. Ellos son parte de las 20 familias que viven en las casas torres de la nobleza de Asís. La vida de Clara, se va a desarrollar como la de cualquier muchacha de la nobleza. En este tiempo de juventud de Clara, en aquella torre, se va dar la determinación del rechazo al matrimonio, con una firme decisión de su vivencia de fe en virginidad; en esta época el matrimonio entre nobles era un arreglo de dote, poder político y fortalecimiento de las familias nobles, es decir, una decisión desde el patriarcado. Si una joven, no se casaba, podía optar a la vida monástica asegurando su vida cómoda y estable. Sin embargo, Clara se mantendrá en esa convicción de buscar al esposo divino, El Señor Jesús. Incluso la parte de mayor conflicto es cuando Clara vende su dote de casamiento, y parte de la de su hermana Inés, dando el dinero a los pobres, motivado por el evangelio y por el ejemplo de Francisco y sus primeros hermanos.
A sus 18 años Clara estaba decidida a dejar la casa, haciendo una ruptura con su modo de vivir “en el siglo”, entrando en conflicto con los parientes, distanciándose de ser una mujer noble que es dependiente del clan de los hombres nobles. Ese domingo de ramos por la noche (1211), será todo un momento difícil, de libertad y fuerza que solo el Espíritu pudo darle, desde poder mover la puerta pesada que no estaba en uso.
En la Porciuncula Clara se consagra al cortarse el cabello y vestir el sayal. Luego los hermanos y Francisco la llevan al monasterio de san Pablo de las Abades. Los testimonios hablan de un encuentro violento de los familiares en el monasterio, por querer llevarse de nuevo a Clara (LCl 9) pero, en medio de toda esta situación violenta y conflictiva, Clara hace una fuerte resistencia, y la realiza sola, ya que no aparece Francisco (que estaba posiblemente de viaje), ni el obispo protector del monasterio.
Después de un tiempo de estar en el monasterio, Clara parte a la comunidad de santo Angelo de Paso, en busca de lo que a ella la movilizaba, algo diferente y cercano al evangelio. En este lugar se le unió su hermana Inés. Un tiempo mas adelante esta nueva comunidad religiosa femenina (las hermanas), buscarán otro lugar posible en discernimiento con Francisco, pero con una fuerte decisión de Clara e Inés, las cuales pasan a vivir en aquella pequeña iglesita de campo, San Damián.
Aquí inicia una nueva forma de vida, donde comienzan a recibir a otras hermanas como parte de esta nueva comunidad evangélica. En este lugar sencillo, abierto y en la periferia de Asís, se va desarrollar la vida de Clara y sus hermanas. Esta forma de vida novedosa y evangélica en esta época del medioevo no es bien vista por el papa y los monasterios y la tensión se agudiza con la visita del papa a San Damián en el verano de 1228, con ocasión de la canonización de Francisco. Pero Clara continúa firme en sus creencias y mantiene su fidelidad a Francisco, en el sentido de llevar una vida en pobreza evangélica siendo una comunidad en oración (TestCl39).
En 1251 Clara pide al Cardenal protector Reinaldo de Yenne, que le apruebe su regla y en 1252 este mismo Cardenal le permite a la comunidad de San Damián llevar la Regla propia de Clara, este es el tiempo en que ella ve empeorar su salud física. La regla de Clara incorpora a su texto original elementos de la regla de Benito, las normas hugolinianas, pero sobre todo de la regla de Francisco.
En agosto de 1253, el papa Inocencio IV, luego de visitar a Clara, el 9 de agosto, aprueba su regla. al otro día Clara recibe la bula de aprobación siendo esta Regla la primera regla hecha por una mujer para mujeres y el 11 de agosto Clara hace su tránsito al encuentro del Padre de las misericordias.
Clara eres memoria femenina de audacia, transparencia y libertad en el seguimiento de las huellas de Jesús pobre y crucificado, viviendo la fraternidad en minoridad con los menores, en contemplación y haciéndote casa abierta para todo el que busca acogida.
René Arturo Flores, OFM
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