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El texto de la nueva Regla constaba de tres capítulos -la anterior Regla tenía veinte- seguido de otros tres, en forma de apéndice, con las indulgencias y privilegios de los terciarios. Mantenía de la anterior Regla de 1289, en forma escueta, lo que podía amoldarse a la vida de todo cristiano fervoroso y modificaba lo que parecía anticuado o muy rígido.

 

Líneas principales

 

El papa rebajó las exigencias de la regla de 1289, saltando además cuestiones de más dificultad o dureza. Redujo el seguimiento del Señor al cumplimiento de los mandamientos. Para la admisión del sujeto, se siguieron manteniendo unas líneas de ortodoxia en la fe y fidelidad a la Iglesia[1]. Se estableció un reducido nivel de penitencia, mientras que en Francisco la vida de penitencia adquiría un absoluto compromiso por la paz, la reconciliación y el servicio. Aunque León XIII no recogió en la Regla nada sobre el uso de las armas, sí que habló de ello en la Auspicato concessum[2].

 

Se seguía manteniendo la prohibición de un visitador laico para la Orden.

 

Con respecto a los signos externos del terciario, se reducía a un pequeño escapulario[3].

 

Con todas estas características hay que decir que la Regla fue eficaz en su tiempo, y animó a los seglares franciscanos a una acción social.

 

REGLA DE PABLO VI (1978)

 

  1. Necesidad de renovación y preparación de la nueva Regla

 

Antes de que se hablara de Concilio ecuménico, en las hermandades se comenzó a sentir la necesidad de renovarse, porque no todo era positivo ni conforme a las aspiraciones de muchos terciarios. Se comenzaba a observar que la Regla de León XIII era de escaso contenido franciscano y que muchas fraternidades se habían reducido a piadosas cofradías.

La falta de vitalidad de las fraternidades se atribuía al gran número de terciarios admitidos sin mayores exigencias, a la falta de formación, a la excesiva dependencia de los religiosos, a la falta de compromiso en el campo social. Se reducía la presencia masculina en las fraternidades, mientras que aumentaba la presencia de la mujer, y además, de edad. Se necesitaba un texto más franciscano y una Regla más conforme con la vida de la Iglesia, quizás en línea más apostólica. Se querían buscar nuevos modos adaptados a los tiempos y vivir la vocación franciscana haciéndose presentes en la Iglesia y en la sociedad.

 

En buena parte estas necesidades sentidas y los anhelos de sus vidas de seglares franciscanos, quedaban recogidos en las Constituciones Generales, aprobadas por la Congregación de Religiosos el 25 de agosto de 1957.

 

El Concilio Vaticano II marcó una etapa en la historia de la Iglesia y en particular para los laicos; algunas ideas fundamentales marcarán el ritmo de la Iglesia: la presentación de la misma como Pueblo de Dios; la llamada del concilio a una renovación, volviendo a los orígenes; la misión de los laicos en la sociedad y en la Iglesia; la vocación universal a la santidad.

 

Con estas ideas marcadas por el concilio, la Tercera Orden se puso en marcha para actualizar la Regla y los documentos legislativos. El proceso comenzó oficialmente en noviembre de 1965, cuando los cuatro Comisarios Generales[1]de las órdenes religiosas propusieron la reforma o revisión de la Regla, Constituciones y Ritual de la Orden Franciscana Seglar. Obtenido el permiso de los ministros generales, escribieron una carta el 9 de marzo de 1966 a los ministros provinciales, los comisarios provinciales, directores y todos los terciarios, anunciando oficialmente el comienzo de los trabajos de revisión y acomodación de los documentos[2]; la razón de los trabajos era hacer la Regla más evangélica y más franciscana.

 

Diferentes fases en la elaboración[3]

 

Con las respuestas recibidas, doce religiosos de las cuatro obediencias religiosas tuvieron una reunión en enero de 1968 en Santa María de los Angeles (Asís). Allí elaboraron un primer borrador de la Regla, que tenía tres partes[4]: I. Naturaleza y propósito de la Orden Tercera; II. Norma de vida de los franciscanos seglares; III. Puntos esenciales de su organización. En Julio de 1968 se envió este primer borrador a los terciarios y sus directores en todo el mundo para su revisión y comentarios. Además, acordaron crear un Secretariado interobediencial para los sucesivos trabajos[5].

 

Como los medios de trabajo resultaban insuficientes, los Comisarios Generales decidieron convocar un Congreso Internacional, que tuvo lugar en Asís, del 27 de setiembre al 3 de octubre de 1969. En este congreso fueron formuladas las proposiciones que estarían en la base del trabajo posterior. Especialmente una de las comisiones de trabajo presentó, en la conocida moción 9, diecisiete elementos esenciales del modo de vida, que después quedarán muy integrados en los textos futuros[6]. Los elementos eran:

 

  1. Vivir el evangelio de acuerdo al espíritu de san Francisco.
  2. Vivir en conversión continua.
  3. Vivir como hermano o hermana de todos y de toda la creación.
  4. Vivir en comunión con Cristo.
  5. Seguir a Cristo pobre y crucificado.
  6. Participar en la vida y misión de la Iglesia.
  7. Participar del amor del Padre.
  8. Ser instrumento de paz.
  9. Llevar una vida de oración personal, comunitaria y litúrgica.
  10. Vivir en alegría.
  11. Participar de una espiritualidad secular.
  12. Ser peregrinos en el camino hacia el Padre.
  13. Participar en el apostolado del laicado.
  14. Estar al servicio de los menos afortunados.
  15. Ser fieles a la Iglesia en una actitud de diálogo y colaboración con sus ministros.
  16. Estar abiertos a la acción del Espíritu.
  17. Vivir en simplicidad, humildad y minoridad.

 

Los delegados de este congreso votaron que el trabajo debía continuar con una Comisión formada por el Praesidium  (Presidente del congreso, dos moderadores y el secretario general), los presidentes de los cinco grupos lingüísticos (inglés, francés, italiano, español, alemán) y los cuatro Asistentes generales.

 

Un tercer borrador del texto fue revisado en 1973 y finalmente en marzo de 1974 un cuarto texto fue completado y enviado a la Comisión Internacional, que había sido reestructurada y ampliada a 17 miembros en 1972[7].

 

El 4 de octubre de 1973 los ministros generales constituyeron el Consejo Internacional de la Tercera Orden Franciscana. Con el texto anterior, de 1974, y algunas aportaciones nuevas, se redactó un texto que la presidenta del Consejo Internacional envió a todo el mundo el 30 de abril de 1975 para su estudio.

 

Finalmente, con los datos aportados y la ayuda de expertos, se redactó el proyecto definitivo en la semana santa de 1977, en Roma. En octubre, los ministros generales lo presentaron en la Santa Sede.

 

Pablo VI aprobó la nueva Regla con el breve apostólico Seraphicus Patriarcha, fechado el 24 de junio de 1978. En este breve, se indica que el nuevo nombre de la Orden de seglares es «Orden Franciscana Seglar»[8].


     [1] El Comisario General es el delegado del Ministro General para la atención de la Orden Seglar. El nombre evolucionará posteriormente a Asistente General.

     [2] Tertius Ordo XXVII (1966) 29-32.

     [3] R. STEWART, «De illis qui faciunt penitentiam». The Rule of the secular franciscan order: origins, development, interpretation, Roma 1991, 244 ss.

     [4] Los trabajos para elaborar la nueva regla partieron del texto de la Regla de León XIII, lo que fue una limitación, ya que la referencia era muy cercana. ¿No hubiese sido más conforme al Concilio el remontarse hasta el siglo XIII, origen de los grupos de penitencia y del movimiento franciscano?

     [5] Este secretariado estuvo formado por diez religiosos sacerdotes pertenecientes a las cuatro Ordenes religiosas, y ocho seglares franciscanos -dos por cada obediencia- Cf., Tertius Ordo XXIX (1968) 3.

     [6]  R. M. STEWART, «De illis qui faciunt penitentiam»…, o.c., 250. En la Regla de 1978 aparecen estos elementos incluidos en los veintiséis números de la misma.

     [7] De los 17 miembros, sólo tres eran mujeres. Pertenecían a once países diferentes y entre ellos había un representante de la juventud.

     [8] Se indica que el cambio de nombre es porque pareció necesario por las condiciones de los tiempos y porque el Concilio Vaticano II dictó recomendaciones al respecto.

     [1] LEON XIII, Regla I, 1: «Que sean fieles en la observancia de la Religión católica y experimentados en la obediencia a la Iglesia Romana y a la Santa Sede».

     [2] En la Auspicato concessum, 185, al hablar de la Orden Tercera y sus reglas de vida, dice «no tomar las armas sino para la defensa de la religión y de la Patria». Así pues, León XIII siguió el pensamiento de lo establecido por Nicolás IV en la Supra Montem.

     [3] Desde 1289 hasta 1883 la vestimenta fue simplificándose muchísimo. Todo el porte externo del penitente se hizo algo pesado para la gente de alta posición y engorroso para los trabajadores. El papa Julio II estableció en 1508 el escapulario como forma de hábito de los terciarios que consistía en dos tiras amplias de lana que cubrían el pecho y la espalda y se sujetaban a la cintura por medio del cordón. Esta prenda podía ocultarse fácilmente bajo los vestidos.

Posteriormente, a partir de una concesión de Clemente XI en 1704, aún se iría reduciendo más el escapulario, quedándose en dos retazos pendientes de unas cintas, sin conexión con el cordón. Cf., L.IRIARTE,  Historia franciscana, o.c., 527-528.

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