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Esta ultima entrega no va a tener la envergadura del resto; quizá en los anteriores había que entrar más en los contenidos de los temas, bien desde la Historia o desde la identidad de la Orden Seglar. Creo que cuando se habla de los desafíos o retos para un grupo, éste no parte de cero, hay mucho camino andado. Por ello, este capítulo será más breve que los anteriores, ya  que aquí se señalan diversos retos que, a mi juicio, deben seguir trabajando los seglares, junto con los religiosos en muchos aspectos.

Cada época, cada tiempo se nos presenta como un reto y un desafío a la capacidad de renovación, y a la posibilidad de seguir dando respuestas a lo que los demás piden de nosotros. Los desafíos tienen el aspecto positivo de permitirnos seguir creciendo y por tanto de no estancarnos.

Los hermanos y hermanas de la Orden Franciscana Seglar, y por ello las fraternidades a las que pertenecen, se encuentran con el desafío de dar respuestas y contenidos a las demandas que la Iglesia y la sociedad plantean hoy. Los cuatro Ministros Generales de la Familia Franciscana, cuando presentaron la nueva Regla a la Orden Seglar, aprobada por Pablo VI en 1978, hablaban de la deseada renovación y de cómo ésta podía encontrarse en dos lugares: por un lado, en el «retorno a los orígenes, a la experiencia espiritual de Francisco de Asís y de los hermanos y hermanas de la penitencia»; el otro lugar «se encuentra en la atención al Espíritu en la lectura e interpretación de los signos de los tiempos»[1].Y continuaba la Carta invitando a vivir la creatividad y la corresponsabilidad.

Lo que en las Constituciones encontramos como signos de identidad de la OFS, son a la vez los retos en los que seguir trabajando. La Presidenta General, Emanuela de Nunzio, al presentar el nuevo texto de las Constituciones en 1990, hablaba de tres aspectos fundamentales de la identidad: la secularidad, la unidad y la autonomía, y ella misma veía la necesidad de seguir trabajando en esos signos identificativos para conseguirlos plenamente. Desde aquí, el reto está en ir desprendiéndose de todo ropaje clerical en formas y nomenclaturas, apostando claramente por esos signos de identidad.

Hoy, un gran desafío con el que se encuentra la OFS es la creación de nuevas fraternidades en países donde resurge la Iglesia[2]; especialmente en los países del este europeo, en naciones africanas, en Cuba. Es una dificultad gozosa; gozosa porque el Espíritu va animando a hombres y mujeres a vivir la fe guiados y orientados por la fraternidad franciscana seglar. La dificultad viene de ser países pobres, y además con escasas referencias a la vida franciscana en muchos de ellos. A veces se trata de crear algo nuevo partiendo de la única referencia de los religiosos; otras veces se trata de inculcar un estilo nuevo conectando con formas tradicionales. Todo ello requiere líderes bien formados y no los hay.

Otro reto unido al anterior es la formación y es fundamental. El logro y la asunción de la identidad en un grupo se logra en buena parte, por la formación intelectual y por la praxis. La formación inicial y la permanente son claves para todo seglar franciscano. Por medio de esas etapas, se inicia y refuerza la fe cristiana y la espiritualidad propia del seglar franciscano. Además, se discierne la autenticidad de la vocación. Para ello es necesario la preparación de hermanos y hermanas que puedan asumir responsabilidades de animación para la vida fraterna, espiritual y franciscana. Desde aquí la autonomía de la OFS se irá haciendo más real.

La creatividad apostólica es otro desafío que tiene la OFS. El apostolado que realizan los seglares también es un reto; las fraternidades no pueden ser meros grupos pietistas. La fe, la vida y el compromiso social tienen que ir unidos y vividos desde la fraternidad.

La Regla de la OFS invita a «reconstruir la Iglesia (…) en abierto y confiado diálogo de creatividad apostólica» -Regla II, 6-. La Presidenta General, Emanuela de Nunzio, invita a revitalizar la Fraternidad, a darle una orientación innovadora mediante tres actitudes: fantasía, para liberar la creatividad que promueve ideas; la comunicación para hacer partícipes de la tarea a toda la fraternidad; y el trabajo en grupo, para suscitar el empeño, el entusiasmo, la tolerancia y el estímulo a la colaboración.

Otro desafío con el que se encuentra la OFS es el económico. La Orden Seglar será realmente autónoma si es económicamente autosuficiente; así podrá llevar adelante planes propios y podrá disponer de sede propia, sin tener que depender de otras instituciones o de la generosidad de algunos miembros seglares con más bienes o ajemos a la Orden igualmente generosos.

Hay que trabajar en asumir que la Orden la llevan adelante los que forman parte de ella y que todos los miembros deben colaborar en el sostenimiento económico de la misma. Una Orden con las posibilidades económicas necesarias podrá desarrollar planes de animación a todas las fraternidades, dando igualdad a unos con otros, sin hacer depender la animación directa o la realización de proyectos, de la capacidad financiera de una fraternidad concreta en cualquier nivel. También se podrán desarrollar más y mejor los cursos de formación, tan necesarios en todos los países, especialmente donde rebrota la OFS. La autosuficiencia económica llevará también a una corresponsabilidad en la información y en la gestión.

Un reto que habrá que seguir trabajando es el sentido de pertenencia a la Orden, que es algo más que la pertenencia a la propia fraternidad, ya sea local o regional. En las fraternidades jóvenes creo que este problema no sea tan fuerte, porque los medios de comunicación, la informática, y en general una mentalidad más abierta, hace que se asuma más fácilmente. Además, la formación recibida parte de esta realidad de pertenencia.

En este sentirse parte de una Orden, se ponen en juego capacidades intelectuales y afectivas, y ambas hay que desarrollar.

Un desafío importante es aprender a hacer la renovación en las fraternidades donde la edad sea elevada; aprender a realizar los puentes generacionales para que puedan formar parte de la fraternidad gente joven, que aun llevando necesariamente otros ritmos -Const. 34-, sientan su pertenencia a un mismo grupo. Habrá que descubrir los momentos comunes de encuentro, así como el acompañar en las etapas finales de pertenencia a los mayores y saber iniciar a los jóvenes.

En los primeros tiempos de los grupos de penitentes, vivían algunos en comunidad; también los seglares franciscanos, como sabemos, fueron adquiriendo formas comunitarias de vida. Sería un reto el que se estableciera alguna comunidad de seglares para la vida en común, con unos estatutos o normas que marcaran lo relacionado al trabajo, la economía común, la liturgia y momentos de oración, los compromisos asumidos por el grupo, etc. Pienso que sería especialmente para gente joven, aunque sin cerrar puertas.

Creo que hay necesidad de un testimonio de vida en común motivado por la fe, más allá de la amistad o necesidades de estudio o trabajo de los componentes de la misma. Esta forma no es la más propia desde las Constituciones seglares, pero no lo impiden. Creo que podía ser un lugar de aprendizaje de vida común -para los vocacionados a ello-, un lugar de referencia para otros y una manera diferente de vivir la espiritualidad seglar franciscana. Creo que las Constituciones de la OFS ofrecen muchas posibilidades para vivirlas, y que dependen de la vitalidad de los miembros.

La Presidenta, Emanuela de Nunzio, en su tarea de animación a los hermanos y hermanas, emplea términos como motivación y decisión, poner ilusión y afecto en las cosas y en la vida y habla también de que «un puñado de hombres y mujeres, motivados y decididos, pueden intimidar y a veces transformar macizas estructuras que parecían potentes e inexorables».

Otro gran reto al que hay que dar vida es lo relacionado con la unidad y el diálogo; la Exhortación Apostólica Vita consecrata, de Juan Pablo II, en su número74 dice que «el diálogo es el nuevo nombre de la caridad». El desafío es potenciar las fraternidades para que puedan ser lugares de aprendizaje y desarrollo de diálogo y de comunión, abiertos a la acogida cálida y fraterna de los otros, especialmente de los diferentes.

Desde la condición de bautizado, es necesario retomar la profecía, creando una contracultura positiva, que lleva a una solidaridad con los oprimidos, que acoja a los excluídos de la sociedad, que opte claramente por la vida en todo la amplitud del térnimo (fundamentalismos, violencias, muertes, xenofobias, terrorismos físicos y psíquicos, excluídos sociales…)

El diálogo interreligioso es una realidad en la que la OFS ya está implicada, pero queda todavía  como desafío, y más necesario por cuanto la Orden seglar se extiende por todo el mundo. Desde la  vivencia de la fe viene motivada esta necesidad.

Un gran reto en la sociedad de hoy es tener la capacidad de transmitir, con la vida y las obras, que la OFS es lugar válido para vivir el seguimiento del Señor Jesús dentro de la familia franciscana. El desafío está en tener una mayor presencia en la sociedad y en la Iglesia desde la identidad propia. La OFS debe hacerse creíble.

Esta credibilidad tiene que saber transmitirla a los mismos religiosos;  a los jóvenes, porque desconocen la realidad de vida de los seglares franciscanos, y a los más mayores, porque buena parte de ellos, además de tener un desconocimiento de la vida actual y posibilidades de la OFS, se sienten sin ganas para transmitir esta vocación seglar a la gente joven, pudiendo apostar por un futuro acorde a lo que pide la Iglesia y la OFS puede ofrecer.

Todos estos retos y desafíos no son novedades para la OFS, ya que se está trabajando en todos ellos. Pero es bueno y necesario tenerlos presente para que puedan ser estímulos para todos. Y teniendo en cuenta que por la sola fuerza humana no se pueden llevar adelante. Los hermanos y hermanas seglares tienen mucha labor que hacer y hay que realizarla, pero confiando en que si todo es voluntad de Dios, saldrá adelante.

 

CONCLUSIONES

Después de todo el recorrido por la Historia y la identidad de la Orden Franciscana Seglar hecho en las entregas anteriores, llega el momento de recoger unas conclusiones que, de manera sintética nos descubran los rasgos más destacados del movimiento penitencial, posteriormente vinculado a la Orden de Hermanos Menores. Estos rasgos tendrán que ser tenidos en cuenta en este tiempo que nos toca vivir, que «es el tiempo mejor y el tiempo peor, es la hora de la sabiduría y la hora de la locura, es la época de los creyentes y la época de los incrédulos, es la estación de la luz y la estación de las tinieblas, es una primavera de esperanza y es un invierno de desesperación» (Dokens)[3].

 

  • El movimiento penitencial, en los siglos XII y XIII surge desde el deseo y necesidad de hombres y mujeres de dar un sentido a sus vidas como seguidores de Jesús dentro de la Iglesia. Es un movimiento totalmente laical que pretende vivir su fe desde una radicalidad de vida: vida de pobreza, escucha y predicación itinerante de la Palabra de Dios, actitud penitencial de vida desde una interpretación literal del Evangelio.

 

  • El movimiento franciscano surge a comienzos del siglo XIII como un estilo de vida dentro de la Iglesia. Es una forma revelada por Dios a Francisco de Asís, al que se le unen varios compañeros. Los ideales y formas son muy comunes con el movimiento penitencial, del que forman parte en rasgos externos y actividades: colaborar en los hospitales y leprosarios, trabajos sencillos sin tener la responsabilidad de la administración o gestión de los mismos.

 

  • Entre el movimiento penitencial y el franciscano se establece una sintonía de vida espiritual y de actividades; hay muchos penitentes que se unen a los Hermanos Menores para caminar juntos, manteniendo cada uno su identidad. Por ahí se comienza a hablar de penitentes franciscanos, a los que Francisco parece que trató de iluminar con su escrito Carta a los fieles.

 

  • Francisco de Asís no es el fundador del movimiento seglar franciscano al modo como puede ser considerado fundador de los Hermanos Menores. Es claro que los Hermanos ejercieron una gran influencia y atracción sobre los penitentes por su forma de vida, tan parecida a la de los seglares.

 

  • Fue el papa Nicolás IV, con su bula Supra Montem de 1289, el que determinó que Francisco de Asís era el fundador de la Orden de Penitencia. Antes de esa fecha ya habían surgido grupos de penitentes relacionados con los Menores, de lo que hay constancia en varias ciudades como Verona, Bolonia, Città di Castello, Padua, Prato, Pisa, Orvieto.

 

  • El Memoriale propositi fratrum et sororum de penitentia, de 1221, es un documento legislativo que con sus normas regula la vida del movimiento penitencial, buscando que el penitente viva su conversión día a día. Del documento emerge la figura de un penitente que busca la paz en medio de una sociedad bastante violenta, y que para ello se ayuda de la familia, de las obras de piedad y misericordia; además, de la renuncia a las armas y a ir a las guerras, en la búsqueda de la reconciliación consigo mismo y con los demás.

 

  • Cuando Nicolás IV aprobó la Regla de vida de los penitentes (franciscanos desde este momento), mediante la bula Supra Montem de 1289, la situación social y eclesial era diferente: preocupaba mucho la lucha contra la Iglesia y la defensa de la ortodoxia de la fe. La Regla de vida rezuma estas preocupaciones del pontífice, y los seglares penitentes franciscanos son «utilizados» para la defensa de la Iglesia y salvaguardar la ortodoxia de la fe.

 

  • La evolución de los seglares franciscanos hace que muchos hombres y mujeres se acojan a la Regla Supra Montem para vivir su fe, asumiendo los tres votos, como vida religiosa. Con la Regla de los seglares, se sintieron estrechos y el papa León X, en 1521 tuvo que adaptarla: comenzaba aquí la Tercera Orden Regular (TOR) que tantas congregaciones ha dado a la Iglesia bajo su regla.

 

  • La Regla de León XIII, en 1883, redujo las exigencias de pertenencia y de vida de los terciarios franciscanos. Hay que decir que sirvió para ese momento y ayudó a los seglares a comprometerse en la vida social y política de su tiempo. Muy pronto el número de miembros fue descendiendo, en beneficio de la recién constituida Acción Católica. Una conclusión para este momento es que no se pueden rebajar las exigencias de un grupo en aras a tener un mayor número de miembros, porque eso repercute negativamente en dicho grupo.

 

  • La Regla aprobada por Pablo VI en 1978 apareció en el postconcilio, y fruto de muchos años de trabajos en conjunto de seglares y religiosos. La Regla aporta frescura, abre posibilidades en la forma de vida y queda inserta en la Familia Franciscana. La Regla se complementa con las Constituciones, aprobadas ad experimentum en 1990, y sujetas a modificaciones desde la experiencia de vida con ellas.

 

  • En la orientación del Concilio Vaticano II de volver a los orígenes, la Orden Franciscana Seglar debía haber elaborado su Regla última regresando a los inicios del movimiento penitencial, y no tomando como referencia la Regla de León XIII, como sucedió.

 

  • El vivir como seglar franciscano en la Orden Franciscana Seglar, es una vocación propia en la Iglesia. Además, tiene un puesto peculiar en la Familia Franciscana. Desde aquí surge la necesidad de respetar, aceptar y querer esta forma de vida válida para el hoy de la Iglesia y de la sociedad.

 

  • Según las Constituciones Capuchinas 95,1, la Orden Franciscana Seglar «debe considerarse necesaria para la plenitud del carisma franciscano». Al ser esto así, renunciar a ella es rechazar la posibilidad de vivir dicho carisma franciscano de modo pleno.

 

  • La O.F.S. es autónoma por su constitución. Desde aquí, la relación con los religiosos deberá ser de corresponsabilidad, de comunión vital, nunca de paternalismo o intromisión en su régimen de vida.

 

  • Las familias franciscanas religiosas no podemos quedarnos al margen del desarrollo de la O.F.S., porque desde la comunión vital en la familia franciscana, todo lo que se vive en ella, afecta a todos. Así, la Orden Franciscana Seglar debe ser presentada como un lugar apropiado para que los seglares que vocacionalmente lo descubran, vivan su fe en ella.

 

  • Para la Iglesia es una riqueza que los diversos grupos laicales se fortalezcan en su fe y en su compromiso social y eclesial. La Orden Franciscana Seglar, tan eclesial siempre, seguirá aportando su riqueza a la comunidad eclesial, desde su espiritualidad a la que no puede renunciar y que es bien para toda la Iglesia.

 

  • El seglar franciscano debe ocupar el sitio que le corresponde en la Iglesia, en la sociedad y en la familia franciscana: y esto tiene lugar como bautizado que forma parte de la común misión de la Iglesia; como laico, por estar especialmente comprometido en el mundo social-político-económico; y como franciscano, por compartir un común carisma con el resto de familias religiosas franciscanas.

 

  • En las vocaciones a la O.F.S. debe haber un claro discernimiento de las mismas, así como un proceso serio de formación inicial, que lleve a la persona a ir identificándose con el proyecto de vida. De cara a los religiosos, una consideración: pongamos el mismo nivel de exigencia y respeto para las vocaciones religiosas y seglares. Nuestras Provincias religiosas, al igual que las Fraternidades Regionales seglares, son normalmente de edades avanzadas. Si no hacemos problema por el ingreso de un joven en una estructura religiosa mayor, no lo hagamos tampoco cuando sucede con los seglares.

 

  • Hay que reconocer el esfuerzo hecho por los hermanos y hermanas seglares franciscanos para adaptarse a la nueva Regla y Constituciones. Los hermanos más jóvenes vienen con otra cultura y formación y les resulta más fácil.

 

  • Las fraternidades locales deben colaborar más en la formación inicial y en la formación permanente de sus miembros seglares. Habría que apostar por una formación seria, más allá de los cursillos, que formara en teología, Biblia y franciscanismo a los hermanos y hermanas, especialmente a los jóvenes, para que puedan vivir con más plenitud su carisma y así la Orden se fuera renovando.

 

  • La Orden Franciscana Seglar está implicada en la animación misionera, entendida como proyecto renovado de los laicos franciscanos en el tema de la evangelización, y como signo concreto de colaboración «en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los hombres» (Const. 17).

 

  • Juntamente con los misionero está el fortalecimiento de las relaciones con otras iglesias; la O.F.S. ya vive este diálogo desde hace tiempo, pero siempre es algo a potenciar, más en una Orden que es universal. En el territorio español, quiero dejar constancia de la Tercera Orden de la Fraternidad Ecuménica Franciscana, situada en Sevilla, y compuesta «de hermanos y hermanas de distintas denominaciones de la Iglesia Universal».

 

  • La Orden Franciscana Seglar debe apostar por tener una mayor presencia en la Iglesia y en la sociedad que apoye o tome la iniciativa en acciones pacifistas, en contra de la carrera armamentística, en contra de la guerra, en contra de todas las exclusiones. Una presencia eclesial y social que busque la vida y la defienda.

 

  • La O.F.S. tendrá que buscar los cauces necesarios para poder acoger en sus fraternidades a los diferentes miembros, jóvenes y mayores, de mentalidad y formación diferentes, sin que ello suponga deterioro en su vida fraterna. Creo que una solución va por el número 34 de las Constituciones, que abre la puerta a la formación de diversos grupos en el seno de una única fraternidad, todos guiados por el único Consejo con el presidente.

 

  • La vida religiosa en general, se está dando cuenta de la importancia y necesidad de acoger dentro de ella a los movimientos seglares que han brotado de su misma espiritualidad; ello está modificando sus esquemas, y parece claro que en el futuro la transformación será mayor. También la vida religiosa franciscana irá transformando sus esquemas para caminar en conjunto con los seglares que viven de la misma espiritualidad. En definitiva, es una vuelta a los orígenes de la vida religiosa.

 

  • La Orden Franciscana Seglar seguirá adelante con fuerza y vigor renovados, teniendo como guías a la Regla y a las Constituciones. Y la renovación de la Orden tendrá que venir de dentro de ella misma.

 

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     [1] MINISTROS GENERALES, Carta de presentación de los cuatro Ministros Generales de la Familia Franciscana. A los hermanos y hermanas de la Orden Franciscana Seglar, con ocasión de la entrega de su Regla, aprobada por la Santa Sede, en JUNTA NACIONAL OFS, Regla y Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, Madrid 1991, 10

     [2] En Ucrania hay 44 fraternidades locales y casi 1.500 miembros profesos, con cerca de 300 candidatos. Aquí el problema es la formación de responsables, seglares y religiosos. En Lituania existe un legado de la OFS bastante numeroso,  pero muy tradicional y no actualizado. En Letonia y Estonia la presencia es muy minoritaria porque el catolicismo también lo es. Aquí  hay pocos religiosos franciscanos de referencia y hay que preparar seglares para revitalizar o implantar la OFS.

En Cuba se trata de consolidar la formación y la propia organización.

En Africa hay abundantes vocaciones seglares, y ya hay varias naciones constituidas en fraternidades nacionales.

     [3] Texto citado por H. SCHLÜCK,  La O.F.S. ante los desafíos del 2.000, en «Fraternidad» 199 (2000), 22.

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