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Cómo Ayudar en el Discernimiento a Personas Involucradas con una Secta o NMR

Introducción

 

A lo largo de muchas conferencias en colegios e instituciones educativas del país, una de las preguntas que con más frecuencia se escuchan por parte de catequistas y formadores, en su experiencia con afectados, es :  «¿Se puede abandonar uno de estos movimientos?»

 

Si bien la respuesta a esta pregunta es afirmativa, debemos tener en cuenta que la salida de un movimiento de características sectarias, en algunos casos, es sumamente difícil.

 

Una de las dificultades responde a ese cierre de círculo y el consecuente efecto de autoalimentación constante que se busca en todo proceso de RP/CC, del que hacíamos mención.

Otra razón que dificulta la salida obedece a que dichos procesos van instaurando en el adepto una serie de fobias, que desalientan sistemáticamente cualquier tipo de abandono. Por ello es tan frecuente escuchar a las personas que han logrado una salida satisfactoria, referirse al largo tiempo que les llevó efectivizar el abandono, desde que por primera vez surgió una idea de ese tipo.

 

Dichas fobias son instauradas por medio de amenazas manifestadas más o menos veladamente. Son frecuentes las historias, durante los procesos de RP/CC donde el influenciador u otra persona designada por el mismo, relatan casos de personas que abandonaron el grupo y recayó en ellos la «ira de Dios», razón por la cual sufrieron un accidente y perdieron la vida. También se les repite constantemente que en el exterior está la perdición, que todo el mundo está esperando atraparlos, reafirmando la dependencia y la estructura paranoica,

 

En otros movimientos se desalienta el abandono destinando al nuevo adepto, a poco de ingresar, a otra ciudad o país, muchas veces sin su familia. Esto le generará serias dificultades para salir del grupo en cuestión, ya que, desconociendo el idioma, como así también a los habitantes, no tiene a quien recurrir.

Y si el que desea salir, ha ingresado con toda su familia al grupo, muchas veces su cónyuge o hijos no quieren acompañarlo, por lo que al abandono del grupo, debe sumarse el de sus seres más queridos.

 

Por estas, entre otras razones, es que en relación al fenómeno sectario, se hace hincapié en una información orientada hacia la prevención. Una vez que el sujeto se encuentra dentro de una secta, es poco lo que puede hacerse. Ese poco es importantísimo, pero nunca hay garantías, ya que no se compite sólo con las ideas de una persona más o menos díscola, sino que se compite con las ideas de toda una estructura, donde esa persona pasa aproximadamente las veinticuatro horas del día.

 

Primeros Síntomas de una Captación

Como lo vimos,  generalmente en los casos de adhesión a movimientos de características sectarias, encontramos un serie de disfunciones a nivel familiar. Disfunciones éstas que, frecuentemente, son muy bien percibidas por los docentes y, en especial, por los catequistas, ya que el tenor de la cátedra facilita que surjan temas dónde estas fallas se tornan más visibles.

En razón de ello creemos oportuno que los docentes, catequistas y formadores en general, se familiaricen con una serie de síntomas que empiezan a registrarse, cuando se inicia una captación.

Lamentablemente dichos síntomas son a veces negados o subvalorados, por familiares y amigos más cercanos del afectado, perdiéndose en consecuencia, una oportunidad importante de atender la problemática desde su más incipiente inicio, lo cual justifica aún más el conocimiento de las mismas por parte de los formadores.

Si bien algunos de los síntomas van a depender del tipo de movimiento que esté llevando a cabo la captación, se registran algunos comportamientos comunes y generales a la mayoría de los movimientos. Entre otros, dichos síntomas, son los siguientes:

 

  • Comportamiento esquivo:

El afectado se vuelve huraño, se aísla en la habitación compartiendo sólo breves e imprescindibles momentos con la familia. Similar retraimiento se registra ámbito escolar, pasando los recreos solitaria y pensativamente.

 

  • Cambios en la afectividad:

 

Comienza a registrarse un distanciamiento afectivo, generalmente explicitado con el argumento de que posee una óptica distinta de la vida, la familia y el mundo en             general. Este distanciamiento se efectuará con sus pares, como así también con sus docentes.

 

  • Cambio en la comunicación:

 

Si bien por lo general la comunicación se encuentra profundamente afectada, con anterioridad a la captación, las pocas veces que se intercambian palabras, se observan        alteraciones tanto en el vocabulario como en los patrones sintácticos. Es habitual que en una conversación comience a intercalar palabras con una connotación significativa  distinta a la habitual, o neologismos utilizados por el movimiento con el que se encuentra en contacto.

 

  • Cambio en las amistades:

Las amistades mantenidas a lo largo de años, se quiebran repentinamente y sin justificación aparente. En muchas ocasiones se verá asimismo, que el quiebre de dichas    amistades será justificado con argumentos marcadamente despectivos o subvalorativos.

 

  • Bajo rendimiento escolar o cambio en los planes de estudio:

 

En mayor o menor medida surgen cuestionamientos respecto a los modelos de educación en general, acompañados de un marcado descenso del rendimiento escolar. También el bajo rendimiento puede obedecer a la falta de tiempo, por lo que le demandan las reuniones o encuentros del movimiento; o porque sólo despierta interés en él, los tópicos a los que se aboca el grupo en cuestión.

 

  • Cambios en el manejo del dinero:

 

Repentinamente comienzan a realizar grandes gastos, o en su defecto, se registra una compulsión exagerada al ahorro.

 

  • Matrimonios y separaciones repentinas:

 

Por lo general, al poco tiempo de una vinculación sectaria, se trastoca el estado civil del afectado. En el caso de los jóvenes que aún no hayan contraído matrimonio, se reflejará      en la ruptura abrupta de noviazgos, o en cambios en cuanto a los requisitos ideales que debería reunir una persona para establecer una relación afectiva.

 

  • Cambios en las posturas religiosas:

 El cambio en las posturas religiosas, juntamente con las ideas políticas y filosóficas, es la actitud que más rápidamente llama la atención a quienes lo rodean, por el giro radical que asumen las mismas. Este síntoma quizás sea el primero y el que con más facilidad perciba el catequista, y el que más posibilidades de actuar le dará. Esto, fundamentalmente, en razón de que al querer dar cuenta el afectado de las nuevas concepciones asumidas, es       posible lograr un canal de diálogo muy rico que brindará al formador elementos con los cuales intentar establecer una actitud de profundo y sereno discernimiento.

  • Diversos trastornos psicológicos:

Estos son también algunos de los primeros elementos observados por los más allegados, familiares o amigos, y secundariamente por los docentes o formadores. Si bien los       mismos van a depender de la conjunción de una serie de variables, los más frecuentes son: insomnio pre o postdormicional, estados de excitación más o menos               prolongados, dificultades para afrontar tareas habituales, estados de hipervigilancia, dificultades para lograr una efectiva atención o seguir el hilo de una conversación,         etc.

 

 

La Repercusión en el Ámbito Familiar

 

La percepción de los cambios que se van generando en la persona captada por un movimiento de características sectarias, provoca una serie de reacciones tanto en los padres, como en los familiares y más allegados.

 

Estas reacciones se ven aún más agravadas, por el hecho de que en general no existe un conocimiento medio del presente fenómeno en general, como así tampoco, de las técnicas utilizadas en una captación y los efectos que éstas producen.

 

Si a todo ello sumamos el hecho anteriormente mencionado, referente a la disfunción familiar donde uno de los elementos más deteriorados es la comunicación, podremos inferir que la situación se encuentra signada por un estado de confusión general.

 

A continuación, consignaremos brevemente, de qué manera repercuten en una familia, dichos cambios, a fin de que se pueda contar con elementos orientadores:

 

 

  • Culpabilidad:

 

Lo primero que se registra es un fuerte sentimiento de culpa. Constantemente tratan de |encontrar en dónde se han equivocado o qué han hecho mal.

 

 

  • Vergüenza:

 

Generalmente este sentimiento proviene de no haber prevenido el problema a tiempo o de ser juzgados negativamente por familiares o amigos. No pocas veces, en razón de este sentimiento, es que se tiende a negar la realidad, y buscar las explicaciones más disímiles antes que pensar en una posible adhesión sectaria.

 

 

  • Miedo:

 

Lo abrupto de los cambios registrados en el afectado, suele sumir a los que lo rodean en un angustiante temor ante lo desconocido e incompresible. Este sentimiento es                 inversamente proporcional al manejo que, del fenómeno sectario en general, posean.

 

 

  • Acusaciones:

 

Tarde o temprano empiezan a surgir acusaciones entre los progenitores o contra algún familiar, de haber influenciado negativamente al afectado.  Este tipo de actitud, no pocas       veces es lo que impide un tratamiento efectivo en ayuda del afectado, ya que uno de los progenitores al acusar a su cónyuge se desentiende del problema, y el otro, por no           querer siquiera concederse la posibilidad de discernir, apaña la actitud del afectado, con la esperanza de que su actitud pasará con el tiempo.

 

 

  • Desesperanza y amargura:

 

Estos sentimientos surgen a raíz de la impotencia registrada, para llevar a cabo un acercamiento medianamente eficaz con el afectado.

 

 

  • Soledad:

 

Los sentimientos de vergüenza consignados anteriormente, provocan en los allegados un retraimiento, registrando una marcada soledad. Temen hablar con otros familiares o amigos y ser juzgados severamente, por lo que dejan pasar el tiempo, con la esperanza de que las actitudes sean transitorias.

 

 

  • Impotencia:

 

El enfrentarse con una personalidad radicalmente distinta, además de desconcierto, provoca un fuerte sentimiento de impotencia. Esta impotencia se acrecienta aún más si se han intentado acercamientos sin ningún resultado medianamente positivo, lo cual es esperable si, como en la mayoría de los casos, estos acercamientos se efectúan sin ninguna señal de cambio por parte de quienes lo intentan.

 

 

  • Rabia e impulsividad:

 

A raíz de la conjunción de éstos y otros sentimientos, suelen surgir actitudes de rabia e impulsividad. A veces, llegado a esta instancia, se efectúan castigos y amenazas, y lamentablemente en la mayoría de los casos, de manera desesperada y sin una objetiva evaluación, en un intento de volver a la normalidad al afectado. Ello por lo general          provoca un efecto contrario al esperado, ya que existe la posibilidad de que se acrecienten de esta forma, resentimientos larvados.

 

 

  • Abandono o claudicación:

 

Lo estresante de la situación hace que, paulatinamente, se vayan minando las fuerzas para superar los diversos conflictos que se van presentando. En razón de ello no son      pocas, lamentablemente, las familias que abandonan la lucha o claudican frente a las muchas veces injustas pretensiones de la secta en boca del afectado, dando así por perdidos, a sus propios hijos.

 

La Desprogramación, ¿Es una Respuesta?

 

Frente a estas dificultades y la comprensible angustia que una situación como la presente puede generar en una familia, es probable que se recurra a la búsqueda de soluciones drásticas.  Si bien se registra un amplio abanico de posibles soluciones, existe empero una, que se la suele escuchar y mencionar con bastante ligereza y es la de la desprogramación.

 

De esta manera se denomina a una técnica utilizada en las llamadas Operaciones de Rescate, que pretende volver a la normalidad al sujeto que ha sido sometido a un proceso de RP/CC, dentro de una secta, logrando que éste reasuma los antiguos valores que ha abandonado luego de su ingreso a un movimiento.

 

Las Operaciones de Rescate, habituales en la décadas de los ’70 y ’80 en los Estados Unidos de Norteamérica y algunos países de Europa, son llevadas a cabo, generalmente, por los mismos padres o familiares del afectado. Estos suelen raptar a la persona que tiene una vinculación sectaria, mientras se encuentra haciendo tareas de recaudación de dinero o proselitismo en las calles. Luego de ello es encerrada en una habitación y se contrata a una o más personas, que son las que llevarán a cabo la desprogramación.

 

Habitualmente los desprogramadores son ex miembros o personas que están al corriente de las técnicas de manipulación mental y persuasión coercitiva que se llevan a cabo en los procesos de RP/CC, dentro de las sectas.

 

Una vez en contacto con el adepto y luego de hacerle recuperar las fuerzas a través de un adecuado descanso y una correcta alimentación rica en proteínas y vitaminas, se lo obliga a ver información crítica sobre el grupo al que ha adherido, tratando de quebrar el círculo cerrado y el efecto de autoalimentación constante, para que pueda establecer un vínculo con la realidad y su personalidad anterior.

 

En Argentina, por ejemplo,  se habló con ligereza durante un tiempo con respecto a la desprogramación. Incluso, hace unos años una nota periodística mencionó que «…una nueva profesión surgía en la Argentina». En la actualidad se proyectan algunas películas al respecto y se ofrecen videos de las mismas en algunas librerías católicas, pero lo que nunca se dijo, son los riesgos que implican dichas técnicas.

 

Si bien las dos terceras partes de las desprogramaciones, suelen tener un resultado satisfactorio y, en algunos casos pareciera, a primera vista, no haber otra salida, no son en absoluto recomendables.

 

Lamentablemente, no se mencionan los casos de desprogramaciones que culminaron con el suicidio o automutilación del afectado. Es tal el bombardeo a que se somete a los integrantes de algunos movimientos en relación a la desprogramación, que la misma los pone, en algunos casos, al borde de la locura absoluta.

 

Los desprogramadores son puestos, en la propaganda de algunas sectas, como verdaderos monstruos que torturarán y violarán al adepto que caiga en sus manos. Y si a ello se suma la convicción de que si son arrancados del movimiento, corren serio peligro de condenarse eternamente, comprenderemos como un joven en tal situación, prefiere perder la vida terrena para salvar la eterna.

 

Esto ha provocado que algunos jóvenes hayan intentado suicidarse frente a sus mismos padres o desprogramadores; que para escapar no duden en arrojarse por una ventana desde un segundo piso; o que para no escuchar o ver a los desprogramadores, se mutilen los oídos o arranquen los ojos.

 

En todo hay también algo que no se suele tener en cuenta, consistente en que en toda desprogramación, se encuentra generalmente implícito un secuestro, una privación de la libertad y la utilización de técnicas, que por ser coercitivas también, están fuera de toda ética. Debemos además sumar, lo traumático de la situación tanto para el afectado, como así también para sus familiares.

 

El objetivo, sin lugar a dudas, puede presentarse como loable, pero bien sabemos que el fin no justifica los medios, lo cual es una diferencia importante con la actitud de muchísimos movimientos que así no lo entienden y para los que todo está justificado.

 

¿Qué Otras Alternativas existen?

 

Frente a esto, muchos se preguntarán qué hacer entonces, o cuáles son las alternativas, si es que éstas existen? Afortunadamente, para padres y familiares de afectados por el fenómeno, existen otras alternativas que no implican ni los riesgos ni las consideraciones de carácter ético que implicarían una desprogramación.

 

En algunos países existe lo que se ha dado en llamar Consultas de abandono, que llevan a cabo los se definen como Consejeros en Salida. Estos consejeros en salida son también, generalmente, ex miembros o personas relacionadas con la salud mental que se han especializado en el abordaje psicológico y psicoterapéutico del fenómeno sectario.

 

No tomando en cuenta la actitud de algunos desprogramadores que, frente a las críticas respecto a la desprogramación, sólo han cambiado su título, pero no las técnicas, podemos decir que la diferencia fundamental entre las consultas de abandono y una desprogramación radica en que la primera, se lleva a cabo con el acuerdo de la persona afectada, no conculcándose sus derechos y no utilizándose técnicas coercitivas y manipulatorias.

 

El modo de llegar a estas consultas es, generalmente, a través de los mismos padres o familiares del afectado y, en segundo lugar, a través de amigos o docentes del mismo. Estos, luego de un acercamiento por medio de una profundización del diálogo, le ofrecen al afectado pasar algunos días fuera del movimiento al cual adhirió, a fines de que pueda pensar y reevaluar su adhesión, consultar material crítico referente al grupo y familiarizarse con las técnicas psicológicas implementadas en los procesos de RP/CC, como así también en los efectos que éstas producen.

 

También se suman a estas consultas, entrevistas con ex integrantes del movimiento en cuestión, familiares de éstos, y charlas de esclarecimiento, donde se confrontan de manera no coercitiva, los argumentos esgrimidos por el grupo.

 

El abordaje que se lleva a cabo con el afectado en las consultas pretende otorgarle la posibilidad de reevaluar libremente su inserción en el grupo en cuestión, luego de contar con la mayor información posible y desde perspectivas distintas de las que le son propuestas dentro del movimiento.

 

Cabe destacar que para llegar a este punto, es imprescindible que el trabajo sea en equipo y muy bien coordinado, a fin de que no existan mensajes contradictorios. Generalmente, el consejero de salida deberá llevar a cabo varias reuniones con los padres y familiares del afectado, no sólo para recabar información, sino también para asesorarlos en diversas técnicas de comunicación ya que ésta, con frecuencia, se encuentra profundamente dañada.

 

Los resultados obtenidos por medio de estas técnicas son sumamente alentadores, razón más que suficiente para no recurrir a medidas como la desprogramación, y a diferencia de lo que comúnmente se piensa, un promedio de tres días en contacto intenso con el afectado, suele bastar para que efectivice el abandono del movimiento.

 

¿Cómo ayudar a un afectado?

 

Si bien la respuesta a esta pregunta va a depender en gran medida de la conjunción de una serie de variables, tales como las características propias del movimiento, la personalidad del joven y la modalidad de la interacción familiar, pueden darse sin embargo, algunos lineamientos generales que orientarán tanto a padres, amigos, como a catequistas y formadores en general.

 

Uno de los elementos a tener en cuenta y que generalmente se descuida, por la confusión que genera la observación de ciertos cambios en la conducta de la persona que está siendo captada, es que la decisión adoptada por ella no es simplemente un acto, sino que obedece a todo un proceso.

 

Este proceso se inicia mediante un proselitismo que, ocultando muchas veces sus verdaderos fines, ha utilizado algún factor de la persona para su captación. En razón de ello, la desvinculación no se dará tampoco en forma de acto, sino a través de un proceso.

 

A su vez, los cambios registrados en él, suelen provocar en los padres una serie de sentimientos alienantes, de los cuales ya se han citado algunos, muchas veces ligados a problemáticas propias, aún no resueltas satisfactoriamente.

 

Todo ello dificulta la interacción, no sólo con el afectado por el fenómeno sectario, sino con todos los integrantes del grupo familiar, ahondando aún más las diferencias y la separación consecuente, por las constantes discusiones.

 

Además hay que tener presente que la mayoría de estos movimientos, lo primero que procuran en la captación, es socavar las relaciones que el joven tenga, no sólo a nivel familiar, sino con todas aquellas personas ajenas al grupo que, de alguna manera, tengan cierta ascendencia sobre él.

 

En estos casos no es difícil que los padres o familiares recurran a un tercero que les inspire confianza, para hacerlo partícipe de su problema, y unos de los más consultados, además de sacerdotes y religiosas, son los catequistas o agentes de pastoral que se encuentran en contacto con el afectado y el resto del grupo familiar y cuya función frente a este fenómeno es resaltada por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos cuando expresa que:

 

 

 «El catequista ha de empeñarse en realizar una obra silenciosa, perseverante y positiva con las personas, para iluminarlas, protegerlas y, eventualmente, liberarlas de la influencia de las sectas» (n. 16).

 

 

El catequista, teniendo en cuenta lo expresado en el párrafo anterior, puede desarrollar una importante labor en situaciones de este tipo, especialmente si el canal de diálogo con la familia ha sido quebrado, oficiando de nexo con el afectado y ayudándolo a discernir sobre sus actitudes, deseos y proyectos.

 

Asimismo será importante que se recabe información sobre el grupo en cuestión y cuáles fueron los elementos que sedujeron al joven, para saber qué características posee y poder obrar en consecuencia.

 

Tal vez la más importante de todas las recomendaciones, es la de incrementar el nivel de comunicación y diálogo, que son los dos grandes desconocidos del siglo XX y seguramente también lo serán del actual siglo XXI . Esa comunicación y diálogo deben ser incrementados no sólo en frecuencia sino, por sobre todo en profundidad e intimidad.

 

Es aconsejable al principio para los casos en que se han sostenido fuertes discusiones, no iniciar los diálogos en forma personal o telefónica, ya que en estas situaciones es más difícil medir el alcance de las palabras a utilizar y sopesar las consecuencias que un término o una inflexión errónea, podrían acarrear sobre ánimos en extremo susceptibles. El método sugerido como más apropiado es el de las cartas y ello, fundamentalmente, por dos razones: La primera de ellas es que, además de contar con la tranquilidad y tiempo necesarios para buscar las palabras más adecuadas, se posibilita más fácilmente un nivel de intimidad que el que podría alcanzarse en forma personal. La segunda, es que al ser contestadas estas cartas por el joven, se podrá contar con un material riquísimo donde en forma clara, se percibirán las diferentes situación anímicas por las que va atravesando dentro del grupo, sus posibles preocupaciones, y el índice de adoctrinamiento al cual está siendo sometido.

 

Es importante tener presente en estos acercamientos iniciales, la no conveniencia, al menos en un principio, de hablar negativa e indiscriminadamente del movimiento, ya que las presiones del grupo apuntan a restar credibilidad a lo que pueda provenir del ámbito exterior, especialmente en lo que atañe a familiares y formadores en general.

 

El mantener abierto los canales de diálogo es el factor imprescindible, para el logro de una resolución satisfactoria. Por eso no es recomendable discutir abiertamente y desde un inicio, sobre el movimiento con el que se encuentra involucrado. Ello obedece al hecho de que generalmente le es difícil discriminar al joven que las posibles críticas al movimiento, no son juicios efectuados hacia su persona. En caso de ocurrir esto, por defender = defenderse de lo que siente como un ataque, sólo se logrará que se reafirme aún más en sus convicciones, con el riesgo de cortar toda posibilidad de acercamiento posterior.

 

Recordemos que, en los casos de aquellos movimientos que utilizan técnicas psicológicas de persuasión coercitiva RP/CC, las mismas buscan anular las capacidades de Pensamiento Lógico y Análisis Crítico. En razón de ello, todos los esfuerzos tienen que estar orientados a reestablecer estas capacidades obnubiladas, a fin de que la persona pueda llevar a cabo un sereno discernimiento y, posteriormente tomar una decisión plenamente libre y responsable.

 

En el acercamiento con un afectado pueden resultar convenientes, las siguientes recomendaciones:

 

 

  • No calificar al movimiento con el que se encuentra relacionado como una secta, sino como movimiento o agrupación.

 

  • No subvalorar al afectado o considerarlo como un tonto, por haber sido captado (recordemos que las adhesiones suelen ser emocionales y no racionales)

 

  • Mantenerse interesado en sus actividades.

 

 

  • Reafirmar la aprobación sobre las motivaciones y sus buenas intenciones de los integrantes del movimiento, pero no aprobando a la agrupación como tal.

 

  • No dudar de las buenas intenciones de los integrantes, pero dudar sistemáticamente de las metodologías. No porque éstas sean necesariamente malas, sino preguntándose si no habrá otras mejores.
  • Expresar dudas con respecto a los postulados del movimiento en forma de preguntas, ayudándolo a discernir y de manera tal que el afectado no sienta que se lo involucra como

 

  • Recordarle períodos de su vida anterior a la inserción con el grupo, que hayan sido vivenciados como agradables.

 

  • Recontactarlo con antiguas amistades.

 

  • Incentivarlo a que contemple un futuro donde se cumplan de manera positiva, los proyectos pensados anteriormente a su inserción al grupo.

 

  • Ofrecerle la posibilidad de ponerse en contacto con especialistas en la temática de los Nuevos Movimientos Religiosos, a fin de que pueda recabar tanto información general sobre los mismos, sobre el movimiento al que ha adherido, como así también sobre las técnicas de proselitismo, adoctrinamiento y los efectos que algunas de estas producen.

 

 

De esta manera se tratará de que el joven logre ser consciente de que está siendo manipulado por toda una organización y que pese a lo que haya podido hacer, no ha perdido el amor incondicional de sus padres, amigos y docentes. Pudiendo así retornar a su hogar cuando lo desee, pues éstos lo recibirán sin obstáculos y con alegría, en fin, que tiene un lugar de verdadera pertenencia y que contará con su ayuda, cualquiera sea la dificultad a enfrentar.

 

Al respecto es de destacar que una de las razones escuchadas con más frecuencia en ex miembros, en cuanto a trabas para abandonar el movimiento, era el temor a ser rechazados por sus propios padres o familiares, no teniendo un lugar de contención afectiva.

 

Es lamentable decirlo pero también necesario, por obedecer a una realidad, pero se da el hecho de que muchos padres prefieren autoconvencerse de que ya no es posible hacer nada y que han perdido un hijo.

 

Por esta razón es recomendable para los padres o familiares que atraviesan por esta problemática y estos sentimientos, la participación en grupos de reflexión. Grupos donde conjuntamente con otros familiares de afectados y guiados por un profesional experimentado en el presente fenómeno, puedan compartir experiencias, aprender diversas técnicas de comunicación para lograr un diálogo efectivo, y reflexionar sobre distintos aspectos de la vida familiar que, de alguna manera, pueda hacer más comprensible la situación y, por lo tanto, manejable en dirección a una solución satisfactoria.

 

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