El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una
palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los
discípulos; Is 50,4.
Se es discípulo y discípula de Jesús en un lugar y un pueblo concreto, desde en esa realidad donde se escucha la voz de Dios y del pueblo.
El Salvador es uno de los países más pequeños de América Latina, y de Centroamérica es el más pequeño en tamaño alrededor 21041 km2. Con una población según datos del 2016, 6 522 419 millones de personas, del total el 35% es de los 18 a 25 años. Se calcula que hay unos 3 millones de salvadoreños fuera del país.
El Salvador cuenta con 360 ríos importantes en todo el país, siendo el rio Lempa el de más grande en extensión de su cauce. Estos ríos han perdido drásticamente su caudal. También se cuenta en el país con unos 74 acuíferos ubicados más en la cadena volcánica.
El Faro.net, escribió recientemente sobre la problemática hídrica, así: “La profunda crisis de los recursos hídricos en El Salvador, en términos de calidad, cantidad y acceso, es ampliamente reconocida y científicamente documentada por expertos y expertas, tanto nacionales como internacionales. Las causas principales de la actual crisis son la mala gestión del agua (contaminación y sobreexplotación) por la falta de políticas (como la Ley General de Aguas), prácticas y programas que aseguran la buena gobernanza en el sector. Este problema nos afecta a todos en nuestras vidas; pero son los pobres, las mujeres y los niños quienes más lo sufren.
Desechos tóxicos y metales pesados de la industria, químicos venenosos de la escorrentía agrícola y aguas negras sin tratamiento contaminan más del 90 % de nuestras aguas superficiales. A la vez, la sobreexplotación de mantos acuíferos genera escasez de agua para los ecosistemas y las comunidades en todo el territorio nacional.
Esta situación tan alarmante ha llevado a organismos internacionales como la CEPAL, la Asociación Mundial de Agua (GWP, por sus siglas en inglés) y el Tribunal Latinoamericano de Agua a plantear que el país está al borde de un estrés hídrico en el que no habrá suficiente agua para responder a la demanda humana.
Lo expuesto por el periódico digital el Faro, expresa de manera rápida la crisis hídrica en el país, resaltando el agravante, de la reciente propuesta del partido de derecha, que la administración del agua en el país quede en manos de la empresa privada. Esto aprovechando el vacío de una ley general de agua en el país, la cual ya fue propuesta por las organizaciones sociales desde el 2006. Hay que recordar que, a esta crisis hídrica, recientemente lo acompañó la lucha y logro popular de suspender temporalmente la práctica de la minería metálica por empresas extractivas extranjeras y nacionales. Por tanto, la calidad, distribución, sostenibilidad y cuido del agua en el país es un clamor y desafío urgente a responder como sociedad civil.
Vemos muy esperanzador la integración del Arzobispo como principal protagonista y la conferencia episcopal, en esta lucha por defender y cuidar el agua del pueblo salvadoreño, tan es así que el pronunciamiento lo titularon: “NO PERMITAMOS QUE LOS POBRES MUERAN DE SED”.
El papa Francisco reafirma el cuido y defensa del agua, así: “Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable” (Laudato Si. 30).
Para nosotros discípulos y discípulas que formamos parte de esta casa común que es El Salvador, la crisis hídrica se vuelve un clamor que llega al Dios de la Vida, al Dios Creador. Esta problemática social que es una crisis hídrica nacional, también, es una realidad alarmante por su dimensión de muerte para la población, en especial los pobres y la niñez, las futuras generaciones y todas las criaturas que habitan esta casa común.
Como discípulos y discípulas de Jesús, sembradores del reino y vendedores de sueños, estamos llamados a “escuchar” cada mañana como un aprendiz por donde va el clamor del pueblo y la Madre Tierra. En esta realidad salvadoreña, los franciscanos y franciscanas cada día tenemos que escuchar el grito de la Madre Tierra y sus criaturas, dejándonos conducir por el Espíritu que nos impulsa a tomar una postura fraterna, profética y comprometida con la vida, el cuido y defensa de la “hermana agua”.
René Arturo Flores. JPIC El Salvador.
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