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“Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta” Francisco de Asís.

En todo el mundo la “hermana agua” está siendo afectada hace años por las decisiones y prácticas de la misma humanidad, por la contaminación, el cambio climático (calentamiento global), la deforestación (crea las correntías), el no dar tratamiento a las aguas grises en las ciudades, sobre explotación, el mal manejo de los desechos en especial los plásticos y las empresas extractivas. En realidad los mayores responsables directos de todos los males hechos al agua son los procedimientos y acciones deliberadas de las mayorías de empresas privadas unido en complicidad la falta de auditoria, investigación y políticas de las instituciones del estado que tienen que velar por los bienes naturales de una nación.

Veamos como está nuestra “hermana agua” en la Casa Común:

“El agua cubre casi el 70% de nuestro planeta Tierra. Del total del agua disponible en la Tierra y en su atmosfera, solo el 2.5% es dulce. El resto es agua salada. El 69.7% del agua dulce está congelada en glaciares, capas y témpanos de hielo. Otro 30% del agua dulce está en acuíferos subterráneos.  Los ríos, lagos y reservas en la superficie de la Tierra representan solo el 0,3% del total del agua dulce de nuestro planeta” (McKinley A. La Crisis Hídrica en El Salvador. Hechos y Retos. UCA. 2018. #2-3).

En el camino de la humanidad, el reconocimiento del agua como un derecho humano es históricamente reciente. El 28 de julio del 2010 por iniciativa de Bolivia, fue aprobado en la Asamblea General de las Naciones Unidas, “el derecho al agua potable y al saneamiento como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y todos los derechos humanos” (La crisis hídrica en El Salvador. # 109). En esta afirmación se resalta que el agua está relacionada de manera directa con el “buen vivir” o con la única posibilidad de “disfrutar la vida”, diríamos de “estar vivos” y poder desarrollarse como humano en este planeta.

Con la propuesta reciente de la empresa privada junto con el órgano legislativo (donde la mayoría son de los partidos de la ultra derecha tradicional) de privatizar la administración y gestión del recurso hídrico en el país debilitando la responsabilidad y gestión estatal; se pone en evidencia que a la ya crisis hídrica nacional se suma este manejo privatizador que no favorece el reconocimiento del agua como un derecho, por tanto al bien común y distribución equitativa del agua. Hay que estar claros que el agua es un bien finito, todos somos testigos de algún río que ha bajado su caudal o solo tiene agua en invierno, o peor, sí su aumento es por otros líquidos contaminantes, como el río acelhuate.

Una de las iniciativas de este año, promovida por instituciones e iglesias, es la de tomar una postura ciudadana de no aceptar la privatización de la gestión administrativa del agua, para ello se está en la campaña de firmas ciudadanas donde se toma postura de solicitar que se discuta y apruebe una ley general de agua, que haga de este bien un tratamiento más soberano y en sintonía del derecho al mismo.

Nosotros los cristianos tenemos que tomar una postura ciudadana en favor de la vida, en defensa de los derechos humanos y promoción del bien común. El título del comunicado de los obispos de El Salvador es: NO PERMITAMOS QUE LOS POBRES MUERAN DE SED. Los obispos ubican la crisis del agua con la fragilidad de la vida de los pobres en el país; en este comunicado se enfatiza puntualmente una postura desde el agua como derecho humano, y piden a los diputados y diputadas que “respeten los 92 artículos consensuados en la legislatura 2012-2015…ya que responden a las grandes necesidades del pueblo salvadoreño”.

En esta misma línea el papa Francisco resalta en la Laudato Si, la fragilidad de los pobres unida a la del planeta es una relación simétrica, en este sentido el papa presenta la figura de San Francisco de Asís como un modelo de vida hermanable y profética con la CASA COMUN:

“No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (# 10).

Desde la figura modélica de Francisco de Asís, resaltada por el papa, y ante el desafío de la crisis hídrica en El Salvador, los franciscanos y franciscanas estamos retados a responder con el cuido, defensa y acogida de la diversidad de la CASA COMÙN. Este modo franciscano nos hace estar a nivel personal de manera hermanable con la creación, es decir, con una vida austera, solidaria, sencilla y sin acaparar los bienes; también siendo una fraternidad comprometida con la justicia y la paz, con una postura y palabra profética con las comunidades y pueblos que están defendiendo la vida, la biodiversidad y la “madre Tierra”.

René Arturo Flores, JPIC Franciscanos

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