Emmanuel Jesús es el nombre de un niño indígena de la comunidad de Los Ángeles, en Talamanca, Costa Rica. Su hermano, Manuel, hizo las veces de San José el segundo día de las Posadas durante la novena de Navidad. Junto a él Naizet, Nazaret, Rosa Elena y Ekchuan interpretaron a la Virgen María y a los pastorcitos, en un lugar rodeado de montañas espléndidas.
Las Posadas son una tradición navideña que consiste en ir casa por casa pidiendo alojamiento para que pueda nacer el Niño Jesús. En el camino se van recordando los acontecimientos que rodearon a la Sagrada Familia desde su salida de Nazareth hasta el nacimiento de Jesús y la visita de los pastores y los magos de oriente. En cada parada se reza. Entre una casa y otra, se entonan villancicos. En la última casa, por fin, encuentran posada. Allí se concluye la reflexión y se comparte un bocadillo.
En estos días, el Evangelio nos recuerda la genealogía de Jesús. Al prestar atención a algunos de los nombres que allí aparecen, nos damos cuenta de que la ascendencia del Mesías no está llena de hombres y mujeres perfectas… Pecados como la ambición, la mentira, el asesinato, la infidelidad y la impiedad hirieron a fondo la humanidad del pueblo en el que se encarnó Jesús.
Dios no es atraído hacia la humanidad por la bondad de ésta; al contrario, es la bondad de Dios lo que le atrae hacia nosotros que tanto necesitamos Su Salvación.

Esto es lo que experimentamos como familia durante la experiencia de misión que tuvimos del 13 al 16 de diciembre en Los Ángeles, Talamanca. En esos días pudimos encontrarnos con Jesús, especialmente presente en las personas enfermas y adultas mayores de la comunidad; en la sonrisa de los niños, el trabajo comunitario y solidario de los adultos y en el empeño de los jóvenes que, día a día, construyen sus sueños.
Esta comunidad está compuesta por familias de la etnia cabécar. Sus principales cultivos son plátano y cacao. Sin embargo, nos encontramos con Gisele, una joven que, después de haberse capacitado en la ciudad, volvió a su pueblo y está asesorando a una asociación de mujeres sobre cómo diversificar sus cultivos. “La pandemia nos enseñó que no podemos quedarnos solo con el plátano y el cacao”, comentó.
Su hermana, Yessenia, pertenece a otra asociación de mujeres indígenas que se han unido con el fin de comercializar e intercambiar productos. Una vez al mes, sacan lo que produce la tierra hasta un centro poblado donde realizan una feria. Venden yuca, limones, mandarinas, plátanos y, lo que queda, lo intercambian luego entre ellas. “Así cada una regresa con otros alimentos que antes no tenía”, explicó Yessenia. “A veces se vende mucho y a veces poco; pero así es. Hay que perseverar para tener un lugar cuando el mercado crezca”. Ante la ausencia de transporte público o privado, la Municipalidad del lugar les colabora con el transporte.

Este viernes 17 de diciembre, Francisco Cali Tzay, Relator Especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas, dio su declaración final al término de su visita por territorio costarricense.
En la misma destacan las contradicciones que existen en el país. Por un lado, “la actitud abierta y el espíritu de colaboración de las diferentes instituciones del Estado de Costa Rica, que reconocen la necesidad de un proceso de reforma para avanzar en la tutela de los derechos de los pueblos indígenas” y, por otro, “la ausencia de un marco jurídico orgánico y una política coherente que garantice la protección efectiva de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, en particular el derecho al autogobierno, a la tierra, al territorio y a los recursos”.
La realidad en los pueblos indígenas es compleja y diversa. No es mi intención centrarme en asuntos políticos, pero no podía dejar de mencionarlo dada la coincidencia de acontecimientos y visitas que están sucediendo en las comunidades en estos días.

En efecto, el mismo 17 de diciembre, Monseñor Javier Román junto con la Asociación Obras del Espíritu Santo viajó en helicóptero hasta las zonas más altas de Talamanca para llevar alimentos, regalos y una fiesta de Navidad a niños indígenas que viven a 2 días de camino a pie desde el centro poblado más cercano. “Yo me pongo muy feliz de saber que esos niños van a tener un juguete, porque ¿cuándo podrían tener ellos un regalo?” Comentó Danilo, un líder indígena de la comunidad de Bambú, que tiene un proyecto familiar de turismo rural comunitario.
En fin, diciembre es un mes en el que los pueblos indígenas, particularmente en Talamanca, reciben muchas visitas. En lo personal, la visita que realicé con mis papás a la comunidad de Los Ángeles tenía como objetivo compartir juntos la esperanza del Adviento. Es una comunidad que conocemos desde hace varios años y con cuyas familias nos une un vínculo de fraternidad.
Las Posadas Navideñas que describí brevemente al inicio fueron una oportunidad para entrar en la alegría y el recogimiento, en armonía con la Creación. La expresividad de los trajes, los cantos, las oraciones y la comida nos permitieron prepararnos para recibir la mejor visita de todas: Jesús, el Emmanuel, Dios con nosotros.
No hay visita mayor que esta y la comunidad de los Ángeles tendrá la dicha de celebrarlo con la Eucaristía, que justo corresponde en esta filial, el próximo viernes 24 de diciembre por la mañana.

Sobre el autor de esta entrada:

Ariana Díaz Acuña
Teóloga y misionera costarricense.
Ariana es Coordinadora del Capítulo Nacional del Movimiento Laudato si’ en su país y representante de Mesoamérica y El Caribe en el Consejo Continental del mismo Movimiento. Además, es co-líder de la Red de Educación Superior LISTEN Network y miembro de la red de comunicadores católicos Signis Costa Rica. Desde 2019 forma parte de la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (REMAM).
Comentarios
0 Comentarios