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¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello! Mateo 24,23

Continuamos con las caracteristicas de los embaucadores emocionales. La primera parte la teneis aquí.

– Dan una excesiva importancia a las formas:

Por características de su personalidad idolatran los formalismos. Derrochan tiempo y dinero en todo lo que es exterior. Son perfeccionistas. Si se ocupan de la formación darán mucha importancia a la organización en detrimento de la espiritualidad que debiera sostenerla. Si se muestran interesados en la liturgia mostrarán todo lo que son apenas marcos exteriores como las vestimentas, los candelabros, las ceremonias, los símbolos, las imágenes  en detrimento del corazón de las acciones religiosas. Toda la liturgia es oración pero  ellos convertirán en rituales y rutinas sin vida.

Tienen un amor desmesurado por la ley y las normas, que interpretan a su conveniencia. Es más importante la forma que el contenido. No saben que la organización es un medio no un fin. Si se ocupan de actividades administrativas desarrollaran el orden por el orden mismo. Aman los libros de registro, las actas, los distintivos, las cartas documento. Desarrollan  el encriptamiento y el control de las bases informáticas. Darán normas de cómo hay que redactar una nota, cuantas palabras utilizar, el tamaño del papel. Como si fuera algo  sustantivo. Esta forma de ocupar espacios en la organización les confiere un dominio extra sobre los demás. Desarrollarán  este esqueleto exterior común a todas las organizaciones y lo mantendrán vivo mientras los intereses sean comunes. En cuanto se presente una dificultad o la organización no sirva a sus intereses abandonarán  el servicio. Como todas sus acciones van dirigidas a construir  poder, incapaces de trabajar en grupo sus excelentes proyectos se terminan cuando se alejan. Parecería que hasta quisieran dejar un vacío imposible de llenar. A veces la pre- supuesta eficiencia en estas cuestiones y la buena fe del grupo tal vez le confíe  el cuidado de los dineros comunes. Se ha visto que balances formalmente correctos que incluso impresionan por su prolijidad encubren falta de transparencia y enajenación de los ahorros de todos. Sin ningún escrúpulo se pueden llegar hasta apropiarse del fondo común. A los eventuales compañeros les repugna siquiera pensar en esta posibilidad. De este abuso de confianza en la administración de recursos solidarios no se salvó ni la Curia General de los Frailes Menores.[1]

 – Practican la intolerancia

Conocemos muchas personas fuera de la Orden que adolecen de la enfermedad de la intolerancia. El problema es que cualquier práctica religiosa por lo menos en el siglo XXI resulta incompatible con la intolerancia. Ser intolerante es construir afirmaciones basadas generalmente en el prejuicio, en los estereotipos, en las opiniones llevadas a la generalización. No hay aceptación de las actitudes o pensamientos diferentes. Todo es o blanco o negro. O amigos o enemigos No hay lugar para la vasta gama de los grises.

No siempre el que más habla es el que tiene mejores cosas que decir

La actitud intolerante es signo de rigidez psicológica. El intolerante  se coloca dentro de un muro para que su seguridad interior no sufra ninguna amenaza. La única y definitiva verdad es la suya. No cabe el diálogo como camino porque desestabilizaría su personalidad. No hay búsqueda de actitudes consensuadas porque nadie esta  a la altura de sus conocimientos y merecimientos. A lo sumo hace un  simulacro de democracia cuando trae alguna iniciativa al grupo sabiendo que será aprobada y que nadie disputara su liderazgo y su competencia. Solamente sus criterios son los que pueden orientar al grupo. Y si alguien participa de algún otro espacio y propone otra actividad la “cajoneará”  amablemente para alguna oportunidad. A pesar de que los franciscanos dicen ser hombres y mujeres de paz, en realidad permiten que se infiltren hermanos con estas características. La intolerancia a veces ha llevado a generar situaciones violentas, maltratos, faltas de cortesía y educación. Autoritarismo e intolerancia se alimentan mutuamente. Y se oponen absolutamente a la espiritualidad franciscana.

– Practican el control obsesivo y experimentan envidia

Como su estructura psicológica no esta armónicamente desarrollada adoptan la fortaleza exterior del control. Si perciben que alguien puede constituirse en amenaza invierten toda su energía en neutralizarlo utilizando recursos poco “espirituales” como el hostigamiento, la persecución, la vigilancia. El control les proporciona seguridad y estabilidad emocional. Creen que son seres superiores, pero íntimamente sienten alguna frustración y conocen sus puntos flacos. Tienen terror a ser descubiertos. No soportan que otros tengan logros y cualidades por eso la envidia es su compañera. Comenta Marie France Irigoyen: “La envidia es un sentimiento de codicia, de irritación rencorosa, que se desencadena a raíz de la visión de la felicidad y las ventajas del otro. Es una mentalidad inicialmente agresiva que se funda en lo que el otro posee y uno no. Esta percepción es subjetiva y puede llegar a ser delirante (…) lamenta ver como el otro posee ciertos bienes materiales o morales y desea destruirlos antes que adquirirlos (…) Pero no se muestra mas contento con los demás que consigo mismo”. [2]

Esta actitud esta en las antípodas de lo que enseñaba Francisco de Asís: “Todo el que envidia a su hermano por el bien que el Señor dice y hace en él, incurre en el pecado de blasfemia, porque envidia al mismo Altísimo, que dice y hace todo bien. (Admonición VIII)

En una oportunidad dos hermanos se enfrentaron por una nimiedad: ¿Cuál advocación de María debería presidir la reunión? La discusión fue un escalando. Fue imposible de hacerlos entrar en razón. Por fin uno se retiró del encuentro ante la mirada atónita de los demás.

El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante;1Corintios 13,4

Y todavía mas edificante: Bienaventurado aquel siervo  que no se exalta más del bien que el Señor dice y obra por medio de él, que del que dice y obra por medio de otro. Peca el hombre que quiere recibir de su prójimo más de lo que él no quiere dar de sí al Señor Dios. (Admonición XVII)

La envidia ha frustrado muchas iniciativas misioneras, la incorporación de hermanos talentosos y por ende ha contribuido a espantar vocaciones.

Una hermana usaba amuletos contra la envidia. Cuando se le preguntó porque lo hacia contestó que sentía que la envidiaban y quería neutralizar a los envidiosos. Tenia miedo que le arruinaran proyectos que elaboraba cuidadosamente. Se frustraría si no conseguía llevarlos a cabo. Paradójicamente era ella la que tenia celos y rivalidad con muchos de los hermanos del grupo.

– Carecen de empatìa.

En una organización que predica el amor concreto se muestran carentes de sentimientos solidarios. Aunque los disimulen de tal manera que pocos lo advertirán. Esta actitud se manifiesta cuando se intenta promover alguna actividad caritativa que implique poner “toda la carne al asador”… como tratar con personas de aspecto desagradable, sucias, o con las que es imposible relacionarse por alguna minusvalía. A veces impresionan por realizar actos  altruistas pero rápidamente aparece una foto para el facebook, por ejemplo. Tratan de seleccionar a las personas que se acercan a la fraternidad, impidiendo por todos los medios a aquellas que califican como “poco valiosas”.

Las personas maltratadoras no son empáticas. ¿Qué quiere decir esto? Pues que no reconocen las emociones de los demás ni conectan con ellas. Esto permite que puedan hacer a la víctima sufrir sin tener ningún tipo de remordimiento. Es una paradoja verlos sonriendo rodeados de gente, pero en el fondo con imposibilidad de “sufrir con el otro”.

Ser funcional a una estructura es fácil para estas personas. Pueden dotarla de eficiencia pero no de vida. Fuera del ambiente religioso los ejecutivos con estas características abundan porque se

les puede confiar las tareas “sucias” como hacer cumplir ordenes desagradables  o formalizar traslados o despidos.

“Los hermanos no litiguen” Francisco de Asís

Una hermana brindó falso testimonio un juicio laboral contra tres empleados de un centro religioso en connivencia con la madre superiora. Le habían prometido un cargo en la institución si procedía de esa manera. Lo insólito fue que el abogado laboral que patrocinaba a la institución renuncio por considerarlo una infamia.

[1] Carta a todos los hermanos de la Orden Fr. Michael Perry OFM 2014-Protocolo 105344

[2] Ibidem 116

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