-La parábola del trigo y la cizaña
Y les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él? El les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo». Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?». «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero». Mateo 13,24-30
Esta parábola es un marco de referencia y de acción. Si se observa que hay cizaña, si se conocen los antecedentes de los aspirantes, si han mostrado actitudes francamente contradictorias con el espíritu de la institución no debería aceptárselos luego de un concienzudo (y rezado) discernimiento. Sin embargo, a veces engañan. Otras en vez con el tiempo cambian para mal. Su conducta camaleónica induce a crear una falsa apariencia de “santidad”. Son dignos de la mayor de las compasiones. Invierten muchísima energía en esta tarea.
Pero si debido a los límites que todos experimentamos son admitidos habría que evitar las expulsiones. Habrá que tratar de que convivan el trigo con la cizaña. Deberán invertirse todos los recursos formativos en fortalecer el trigo en vez de arrancar a la cizaña. Arrancar la cizaña acarrea un daño colateral: los que pastorean por razones caritativas no podrán ni deberán exhibir las flaquezas del hermano en cuestión. Esta actitud misericordiosa es una debilidad que aprovechara seguramente el padre de las mentiras induciendo al impostor a mostrar que es perseguido, que lo envidian por sus talentos, que a él le pasa lo que a Jesús. El impostor es muy hábil para convertir la debilidad de los otros en fortaleza personal.
Como enseño el Maestro no debemos arrancar la cizaña porque la ignorancia de los justos ante la expulsión de alguien sin que se difundan los motivos crea una zozobra interior comprensible. Tal vez se formen bandos solidarizándose con la supuesta victima, en el grupo de los observadores. ¿Qué habrá hecho? ¿Y si me sucede a mi en el futuro? Arrancar la cizaña conlleva una situación que muy bien describió san Francisco de Asís: “Y guárdense todos los hermanos, tanto los Ministros y siervos como los otros de turbarse o airarse por el pecado o el mal del hermano, pues el diablo quiere echar a perder a muchos por el delito de uno solo; más bien ayuden espiritualmente, como mejor puedan al que pecó, ya que no necesitan de medico los sanos sino los enfermos” 1Regla ,5
Obviamente hay límites. Hay equilibrios difíciles de lograr.
Las ovejas siguen al pastor porque conocen su voz.
Capitúlos anteriores: https://www.pazybien.es/category/lobos/
Comentarios
0 Comentarios