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En pazybien.es seguimos trabajando para aportar contenidos que ayuden al crecimiento de nuestra Famlia Franciscana en particular y de la Iglesia en general.

Por ello, desde hoy, comenzamos con la publicación de la serie: Entre lobos y ovejas pero sin pastores. 

Un trabajo de María Cecilia Jaurrieta donde la autora reflexiona sobre una experiencia dolorosa padecida en el seno de su orden (la Orden Franciscana Seglar). Propone estrategias para abordar el espinoso tema del abuso emocional en las instituciones religiosas. Este aspecto es muchas veces soslayado por  los pastores, quienes suelen atribuir la deserción del laicado del apostolado organizado a la falta de compromiso.

Reconocer otras motivaciones podría ayudar a fortalecer el «trigo» que será acechado permanentemente por la «cizaña» hasta el fin de los tiempos.

Dicen que solo los franciscanos somos capaces de ver una gracia en una desgracia.

Ojala este trabajo cumpla su cometido.

Paz y Bien!

 

Gabriel López Santamaría, ofs


Entre lobos y ovejas pero sin pastores. 

Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, tú les advertirás de parte mía. Cuando yo diga al malvado: «Vas a morir», si tú no se lo adviertes, si no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, y de esa manera salve su vida, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Si tú, en cambio, adviertes al malvado y él no se convierte de su maldad y de su mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida. Y cuando el justo se aparte de su justicia para hacer el mal, yo lo haré tropezar, y él morirá porque tú no se lo has advertido: morirá por su propio pecado y no le serán tenidas en cuenta sus obras de justicia, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Si tú, en cambio, adviertes al justo para que no peque y el justo no peca, él vivirá porque ha sido advertido, tú habrás salvado tu vida”.Ezequiel 3, 17-21

 

Presentación:

Pertenezco a la Orden Franciscana Seglar desde hace más de treinta años. He tenido el privilegio de conocer muchos santos escondidos que han vivido heroicamente su adhesión a una espiritualidad tan “atrapante” como la franciscana. Digo “heroicamente” porque vivir el Evangelio no es un camino lleno de rosas. A menudo es una provocación para los mediocres. Y lejos de suscitar la admiración y el acompañamiento genera la critica despiadada, cuando no la calumnia y el vacío.

En una oportunidad dos hermanas a las que nos unía un genuino interés por la extensión de la Orden experimentamos que todas nuestras energías, nuestras ilusiones, nuestros ideales habían sufrido algo similar a una estafa emocional.

Y escuchando, compartiendo lo que sucede en otros movimientos laicales comprobé que en la mayoría han sucedido hechos similares. Por eso se me ocurrió redactar estas páginas.

 

Me ha ayudado a desentrañar esta compleja maraña de situaciones existenciales una Licenciada en Psicología. Su experiencia me hizo comprender la naturaleza de ciertas conductas humanas. Me sugirió bibliografía con que aprender aún más de esa temible y terrible experiencia del acoso moral. Quienes ejercitan este tipo de acciones suelen utilizar a las personas, y por ende a las instituciones en su propio beneficio.  De ahí mi interés en advertir a otros.

Una y mil veces debí superar la tentación de alejarme de la Orden que le dio sentido a mi vida. Sin embargo, una y mil veces la elegí asumiendo los riesgos que implica.

El camino ascético que propone Francisco de Asís son “los otros” esos mismos que el existencialismo de matriz atea calificó como “el infierno”.

Como dice en la Carta a un ministro: “Acerca del caso de tu alma, te digo, como puedo, que todo aquello que te impide amar al Señor Dios, y quienquiera que sea para ti un impedimento, trátese de frailes o de otros, aun cuando te azotaran, debes tenerlo todo por gracia. Y así lo quieras y no otra cosa. Y tenlo esto por verdadera obediencia al Señor Dios y mí, porque sé firmemente que ésta es verdadera obediencia. Y ama a aquellos que te hacen esto. Y no quieras de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. Y ámalos en esto; y no quieras que sean mejores cristianos. Y que esto sea para ti más que el eremitorio”. Que pasado en limpio quiere decir que es más santo soportar al hermano que retirarse a la soledad.

O en aquella admonición tan llena de sentido común: “Hay muchos que permanecen constantes en la oración y en los divinos oficios y hacen muchas abstinencias y mortificaciones corporales, pero por una sola palabra que parece ser injuriosa para sus cuerpos o por cualquier cosa que se les quite, se escandalizan y en seguida se alteran” …Aviso 14

Me propuse compartir mis “descubrimientos” sobre este fenómeno que arruina fraternidades y aun comunidades para evitar sufrimiento inútil, desilusión y todavía algo peor: el abandono de toda práctica religiosa.

Muchas de estas situaciones además han contribuido al fortalecimiento del individualismo en detrimento de la integración de comunidades. No es raro escuchar que luego de alguna experiencia desagradable el creyente viva su fe como una isla y rehuya la participación.

El titulo de esta contribución a la reflexión-no aspiro más que a eso- alude también a los pastores. El cuidado de las ovejas queda librado al azar. Parecería que a nadie le interesan las deserciones y los alejamientos sin explicación.

Para entender de qué se trata utilizaré un cuentito bastante conocido:

Un maestro oriental, cuando vio como un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua. Cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.

El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: “Perdone… ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?”.

El maestro respondió: “La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar”. Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

Razones culturales e históricas han derivado muchos “alacranes” a nuestras fraternidades y comunidades. A diferencia de estos animalitos de aspecto atemorizador, se presentan amigables y seductores. Hasta que nos pican. Animarse a enfrentarlos con decisión sin cambiar nuestra identidad y nuestros valores, pero entendiendo cual es “su naturaleza” puede ayudarnos a evitar muchos sufrimientos innecesarios. De todo se aprende en la vida, hasta de los alacranes. 

Si este esfuerzo que me he propuesto por lo menos le sirve a un hermano o a alguna fraternidad habrá valido la pena.

 

Maria Cecilia Jaurrieta OFS

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