Tan loco estaba DIOS PADRE, que envió a su Hijo amado, a vivir con una familia judía, nacido de mujer, cuidado por un padre.
Jesús, el Dios con nosotros, eso fuiste, el Dios cercano en Jesús. Lo humano queda plenamente asumido y transformado por el amor.
PADRE, estabas lleno de amor por la humanidad, que ubicaste a tu Hijo en los últimos, en una familia sin nada extraordinario, del común de ese tiempo.
Familia de Nazaret, en ese hogar, Jesús, creciste, aprendiste y desarrollaste lo más importante de tu vida. De allí saltaste a proclamar el Reino.
Nos surgen muchas preguntas sobre tu familia Jesús, tantas interrogantes, que nos hacen pensar en nuestras familias.
Tu familia Jesús, fue perseguida por el poder político, por la figura dictatorial de Herodes, símbolo, de los poderes opresores y asesinos.
Tu familia Jesús, que te enseñó a acoger, recoger y proteger al caído por el camino.
Tu familia, allí, seguramente, aprendiste a no juzgar, a aceptar al otro como es, sin prejuicios y sin condenarlo.
Tu familia, allí, creciste con tanto amor, que tu autoestima sintonizaba con la humildad que propusiste.
Tu familia, allí, aprendiste a cuestionar y derribar el sistema patriarcal y machista.
Tu familia, allí, aprendiste el silencio de la oración y la escucha sentida.
Tu familia, que sufrió la migración forzada, aprendiste la apertura al extranjero y diverso a vos.
Tu familia, allí, aprendiste el tener hambre y sed de justicia, de paz y a confiar que el reino de Dios llega.
Tu familia, allí, experimentaste la fe, la confianza de que Dios camina con cada uno y con su pueblo.
Tu familia, sin privilegios, ni lugar social importante, sin seguridades económicas, aprendiste, que “cada día le basta su afán”.
Tu familia, allí, aprendiste sobre el perdón, el volver a confiar y a creer.
Tu familia, que te engrandeció tus “alas” para volar libre, en libertad y liberando.
Tu familia, amado Jesús, hoy la celebramos, tan humana, tan cercana a nuestras familias y hogares.
Jesús, hoy nos propones ir más allá de nuestros aprendizajes familiares, de los límites y sentires dados en nuestras familias, poniendo el corazón en tu propuesta del Reino de Dios, dejando que el Espíritu actúe en nuestras vidas y familias, haciendo que sea más humana y plena en el amor que da vida.
René Arturo Flores, OFM
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