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Hace unos días el sociólogo francés, Dominique Wolton, nos decía que el “problema” del Papa, en materia de abusos sexuales, era el tiempo.

 

Francisco, nos decía, esta librando una batalla contra la “dictadura del juicio publico”. Se refería a las reticencias del Papa a juzgar a los acusados sin suficientes pruebas.

 

Que duda cabe de que el caso Barros en Chile ha provocado un terremoto en la Iglesia del país del sur, tanto que incluso nubló considerablemente el viaje del Pontífice a ese país en enero.

 

Ahora el Papa nos da una muestra más de su estatura moral y humana. Debería ser algo normal pero no estamos acostumbrados a ello, en casi ningún ámbito de nuestra vida: reconocer los errores y pedir perdón.

 

Francisco reconoce, en una carta enviada al episcopado chileno, que luego de leer con detenimiento las actas del “proceso de escucha” liderado por Mons. Charles Scicluna, arzobispo de Malta, que ha “incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”.

 

El Pontífice, además, pide perdón a todas aquellas personas que ofendió y anuncia que se reunirá con representantes de las personas entrevistadas por quienes condujeron el proceso de escucha confiado.

 

Vergüenza y dolor.

 

El Papa reconoce que la lectura de los testimonios le ha causado un profundo “dolor y vergüenza” y lamenta constatar, en los testimonios recogidos, que «hablan de un modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas”.

 

Francisco pide a los obispos chilenos “humildemente” su “colaboración y asistencia en las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”.

 

Para ello, el Papa los ha convocado a Roma, en mayo, para “dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones”.

 

Entre los obispos que se reunirán con el Papa se encuentra el franciscano Jorge Concha Cayuqueo, OFM, obispo auxiliar de Santiago de Chile.

 

Los franciscanos y la carta del Papa.

 

Por su parte fray Isauro Covili Linfati, ofm. Ministro provincial de Chile, anunció, en una carta publicada ayer, creer que “la Iglesia Católica en Chile podrá recuperarse de sus pecados y delitos de estos años, en cuanto que sus Pastores y todo agente pastoral sigamos más de cerca a Jesucristo Pobre y Crucificado, viviendo el Evangelio por el camino de la sencillez, de la misionariedad y de una acción social y solidaria con los más empobrecidos, como también, en la medida que se acerque a cada persona en su realidad particular con respeto y empatía.”

 

Fray Isauro quiso destacar en su carta que “las palabras de Francisco son de un Pastor que sufre que siente en su propia vida dolor y vergüenza al conocer el Informe y los testimonios que en él se contienen  de muchas vidas crucificadas, que le ha hecho llegar su enviado Mons. Charles Scicluna.

Una carta en la que el Papa Francisco traza un itinerario en plazos y encuentros para definir situaciones dolorosas “ante tanto daño causado por abuso de conciencia, de poder y abusos sexuales cometidos por diversos consagrados contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso le robaron la inocencia”

Es una carta, clara, dura y que posibilitará a la Iglesia y en especial a los Pastores hacer camino de conversión, de purificación y de vuelta al Señor” -concluyó-.

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