Fr. GEORGE HADDAD, ofm Custodia de Tierra Santa Soy Fr. George Haddad, franciscano, de la ciudad de Jenin, una ciudad donde todavía hay una presencia viva de cristianos, gracias a la pequeña parroquia y una iglesia sencilla. En esta iglesia descubrí mi vocación.
“Antes de formarte en el vientre materno te conocí, antes de que nacieras te santifiqué”, dice el profeta Jeremías (Jr 1,5). El llamamiento del Señor cautivó el corazón de George, más que cualquier llamada del mundo y del dinero. Desde hace dos años y medio, George no deja de pedirle al Señor que comprenda lo que quiere de él: «Sí, hágase tu voluntad, oh Señor».
Fr. GEORGE HADDAD, ofm Custodia de Tierra Santa Pasé dos años y medio muy difíciles, porque vivía todo esto solo. Y lo que lo hizo aún más difícil fue la actitud de mis padres, su incomprensión y su falta de aceptación de la experiencia que estaba viviendo siguiendo los pasos de San Francisco.
No fue fácil para la familia de Fray George aceptar su vocación, y que su hijo dejara las comodidades de la vida, los proyectos económicos familiares y muchos años de estudio en el extranjero, para hacerse fraile.
Fr. GEORGE HADDAD, ofm Custodia de Tierra Santa Durante unos tres años, mis padres no aceptaron mi elección y esto fue muy difícil para mí. Pero aún en los momentos más difíciles, Dios empodera al hombre para llevarlo a la madurez interior y todo lo que he pasado ha sido muy importante tanto para mí como para mis padres, para llegar juntos a esta madurez, y entender mejor el mensaje de Dios en la vida de cada uno de nosotros.
ABEER HADDAD Madre de Fr. George Haddad Lo siento y realmente lo lamento, porque he estado peleando con mi hijo todo este tiempo. Esta es una llamada divina, y ahora que está completando su viaje, le pido a Dios que lo bendiga. Señor, bendice a mi hijo y quédate con él en cada paso del camino, Señor. Que Dios te proteja.
Fr. GEORGE HADDAD, ofm Custodia de Tierra Santa Le pido a Dios que pronto me dé también a mí la gracia de servir más en su campo. El campo de Dios necesita de cada uno de nosotros, no solo de consagrados, sino de todo cristiano, porque esta es nuestra vocación fundamental: ser verdaderos testigos del amor de Cristo en nuestra vida. Dios llama a todos los seres humanos, a cada uno personalmente, a ser su hijo y convertirse en su elegido por el bien de los demás.
Comentarios
0 Comentarios