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Ante todo, quiero darte las gracias por tu tiempo, pero, sobre todo, por tu testimonio de vida. Es muy edificante para nosotros, los católicos “cómodos” de Occidente.

Quiero decirte que hemos dicho a nuestros lectores que estaríamos contigo y nos han enviado más de 2000 preguntas para hacerte…

Lamentablemente solo tenemos diez minutos.

  • En tu libro dices: “según la razón humana es una locura permanecer en Aleppo”. La pregunta es ¿por qué? ¿Por qué permaneces en Aleppo? ¿Estás loco?

La respuesta a eso siempre es la fe y la caridad. Cuando me han preguntado si quería ir allí, me preguntaron si yo era capaz, como ser humano, de soportar aquella situación. Y yo respondí teniendo en cuenta la necesidad de la gente. Mi superior, el Provincial, me decía “¿estas dispuesto a ir a Aleppo? Allí la gente tiene muchas necesidades” y cuando escuché la palabra “necesidades” respondí sin dudar: Sí, para eso estamos, para asistir a la gente en sus necesidades. No pensé en decir “no” y le dije a mi superior “haz dicho todo, la gente tiene necesidad y con eso basta”.

  • ¿Dónde estabas antes de emprender esta misión?

Yo estaba en Roma. Pertenezco a la Custodia de Tierra Santa y estaba estudiando. Ya hice la parte de la licenciatura y entonces estaba preparando el doctorado.

  • ¿Y piensas volver a Roma cuando Aleppo se normalice?

La verdad es que ya no pienso en que cosas voy a hacer, porque he descubierto como la mano de Dios me cuida. Ya no hago planes. Me confió plenamente a Dios que nos mueve como si fuésemos “piedras” suyas y nos pone donde nos necesita. Somos suyos.

  • ¿Cómo haces para mantener tu paz, tu sonrisa, en medio de tanta destrucción y tanto dolor?

Seguramente mirando a Jesucristo. Porque sufrió tanto en la cruz, tenía tanto miedo, tanta amargura… pero, al mismo tiempo, tenía una cierta satisfacción. La satisfacción de que todo se había cumplido. Y yo tengo esa misma satisfacción de poder hacer todo lo que está en mi mano, por caridad. De poder hacer todo el bien que pueda. De poder dar mi vida a los demás por amor a Dios.

Por eso, entre tan grande sufrimiento siempre tengo una gran alegría que se refleja en mi sonrisa.

  • ¿Cómo se puede encontrar a Cristo en medio de tanto mal? ¿Es posible encontrar a Cristo, hoy, en Aleppo?

Sí, y lo hemos visto. Sin Jesús nuestra vida es un infierno. Pero lo que hemos experimentado es una presencia “suave” de Cristo que se manifiesta en una paz del corazón, en una palabra de consolación, en una asistencia, incluso, en las necesidades más básicas de la gente, que se realiza gracias a los muchos benefactores de todo el mundo.

Lo hemos visto en el hermano que vive cerca de Aleppo y que se acerca para ayudar a los más pobres y marginados. En todo eso Jesús está verdaderamente presente.

Incluso lo hemos “tocado con nuestras manos”. Como dice San Juan evangelista, “lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos” y nosotros intentamos también ser “reflejo” de Cristo entre aquellas gentes.

  • ¿Cuál es la presencia de la Iglesia en Aleppo?

Hay seis diócesis católicas. Cinco de rito oriental y una, la nuestra, de rito latino. Están los obispos, sacerdotes, religiosas, están los jesuitas, los salesianos, los maristas y nosotros los franciscanos.

Además de los ortodoxos griegos, sirios y armenios con los cuales tenemos muy buena relación e intentamos vivir todos juntos como una gran familia.

  • ¿Cuál es la situación de los niños y niñas huérfanos y que podemos hacer por ellos?

 

Tenemos muchísimos huérfanos. También muchos niños con sus madres pero cuyo padre o ha muerto (y, por tanto, el sustento de la familia se ha perdido) o ha partido hacia Europa para intentar luego llevar a su familia.

Esto provoca un gran desequilibrio social. Tenemos muchas mujeres, muchos niños, muchas jóvenes, pero muy pocos hombres.

Pero nuestra gran preocupación son los niños y nos ocupamos de darles una buena educación en nuestras escuelas católicas, ofrecerles actividades y asistencia.

Dentro de poco comenzaremos con el oratorio de verano que, normalmente, reúne a trescientos niños cristianos durante dos meses.

Allí realizan todo tipo de actividades, la catequesis y les ayudamos a desarrollar sus talentos, humanos y de otro tipo.

Estos niños que vienen a San Francisco son cristianos (de todos los ritos) pero también tenemos una gran apertura a nuestros hermanos y hermanas musulmanes.

Por ejemplo, hace poco, hemos iniciado un nuevo proyecto para asistir a unos 400 niños recién nacidos (entre 1 día y 2 años de edad) que tienen necesidades de leche, alimentos y ropa limpia.

En otro proyecto tenemos a casi 200 niños musulmanes que tiene limitaciones de movimiento, intelectuales o de los sentidos como causa de la guerra.

A todos ellos ofrecemos nuestras escuelas y nos esforzamos por darles un alto nivel educativo, pagando nosotros a los profesores ya que la mayoría de sus familias no puede pagar nada.

Recientemente hemos abierto otro proyecto de asistencia sanitaria para niños. Tenemos chicos con cáncer que necesitan ayuda para comprar los químicos y las medicinas. Niños que han perdido miembros y necesitan prótesis. Niños con problemas hormonales de crecimiento y necesitan medicinas muy costosas para sobrellevar su problema… y estamos dando esta ayuda, no solo a los niños de Aleppo, sino a los niños de toda Siria.

  • Por ultimo ¿que podemos hacer los franciscanos para ayudar?

 

NOTA: como veis la obra de fray Ibrahim y el resto de la comunidad de Aleppo es muy grande y tiene muchas necesidades. Recuerdo que, durante la presentación del libro, dijo «dadme un millón de dólares y haré florecer todo oriente»…

Si quieres colaborar con la obra de los franciscanos en Siria. Puedes hacer dos cosas.

Enviar un donativo o comprar el libro de fray Ibrahim.

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