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Nuevamente hemos visto en estos días al Papa Francisco solo, bajo la lluvia.

Hoy Rezando a la María bajo la advocación de la Inmaculada Concepción en Plaza España de Roma, ayer nos dio la bendición urbi et orbi al Mundo en la Plaza de San Pedro….

El Covid-19 no ha logra quebrar a aquel hombre sencillo, que sus hermanos cardenales han ido a buscar casi al fin del mundo…” Este camino que inició ya hace 8 años en el que la Iglesia de Roma eligió a su Obispo, y siendo esta la que preside en la caridad todas las iglesias nos ha interpelado periódicamente buscando en nosotros la conversión diaria en el Camino de la Santidad.

Ésta epidemia ha dejado al descubierto nuestras falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades». «habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad» pero el Papa Francisco nos  propone que  Invitemos a Dios “a la barca de nuestra vida. Le entreguemos nuestros temores, para que Él los venza. Y al igual que los discípulos, experimentemos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo». “estamos todos en la misma barca” – nadie se salva solo nos dice el papa en San Pedro y lo repite con este gesto en Plaza España.

El Papa Francisco se acercó a  rezar ante la Columnata de la Inmaculada Concepción. «Al amanecer, bajo la lluvia, depositó un ramo de rosas blancas en la base de la columna donde se encuentra la estatua de la Virgen María y en oración se dirigió a Ella, para pedir una vez más que velara con amor por Roma y el mundo, Confió en las manos de María a todos los que están afligidos por la enfermedad y el desánimo»

El primer papa en rendir homenaje a la Virgen Inmaculada fue Pío XII, enviando flores blancas con motivo de la fiesta; y luego, el 8 de diciembre de 1953, para la inauguración del Año Mariano, fue personalmente a la Plaza de España.

Este gesto de presentar una ofrenda floral que simboliza el amor y la devoción del Pontífice y los fieles que se sienten hijos de la Virgen, se repite año tras año y es acompañado desde 1857 por el cuerpo de bomberos.

Francisco mantuvo la tradición, añadiendo una parada en la Basílica de Santa María la Mayor. Para rendir homenaje a la «Salus Populi Romani». Se trata del icono mariano que la tradición asegura fue pintado por el evangelista Lucas. La Virgen protectora de la capital durante siglos.

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