La Basílica cumplió, el pasado 25 de marzo, 450 años. En 1208 San Francisco de Asís arribó a la pequeña ermita conocida como la “porziuncula” que le fue donada por los benedictinos.
A este mismo lugar santo llegó en la noche del domingo de ramos, Santa Clara para consagrar su vida a Cristo. Allí también, el 2 de agosto de 1216, Francisco proclamó frente a los obispos umbros y el pueblo reunido, la indulgencia de la Porziuncula.
Con ese acto la pequeña iglesia se transformó en Santuario y se convirtió en meta de miles de peregrinos.
Fue allí también donde, el 3 de octubre de 1226, murió Francisco “desnudo, sobre la tierra desnuda”.

Por voluntad del Papa San Pio v (1566-1572), el 25 de marzo de 1569, los constructores pusieron la primera piedra de la Basílica de Santa María de los Ángeles.
Esta es la basílica que hoy protege a la Porziuncula y a los otros lugares santos de la tradición franciscana.
El proyecto originario de Galeazzo Alessi (1512-1572) se caracteriza por una rigurosa simplicidad espiritual, conforme al ideal franciscano de pobreza. La construcción se terminó en 1679.
Los graves terremotos de 1832 provocaron graves destrozos a la estructura y su reconstrucción solo se concluyó 8 años después, en 1840.
El 8 de junio de 1930 se reinauguró la fachada y se colocó la imponente Virgen de bronce dorado en su cúpula.
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