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En mayo de este año se presentó la “Carta de Asís”, un “manifiesto internacional contra los muros mediáticos y el uso de las palabras como piedras” según explicaba una nota de la Sala Stampa del Sacro Convento de Asís.

En estos tiempos convulsos en la que tantos medios católicos están haciendo bandera del odio, la discriminación, la manipulación (cuando no la mentira sin más) y agitando la división, creemos muy necesario traer aquí el decálogo de aquella carta. 

Como comunicadores, en general, debemos ser responsables cuando emitimos tal o cual juicio, cuando opinamos o informamos. Pero como cristianos, en particular, la ternura, la empatía y el respeto deberían guiar todas nuestras palabras. 

La Carta de Asís, firmada por decenas de prominentes comunicadores católicos, es una llamada de atención a todos aquellos que, desde redes sociales, portales y otros medios de comunicación, dañan la vida y el alma de tantas personas que se dejan llevar por titulares provocadores y textos faltos de caridad cristiana.

Estos son los puntos del decálogo de Asís:

  1. La hostilidad es una barrera que obstaculiza la comprensión. Y esto incluye el derecho y el deber de informar. Escribamos sobre los demás como nos gustaría que escribiesen de nosotros.
  2. La información debe ser siempre correcta. La confianza y la lealtad contribuyen a desarrollar una relación honesta con el publico. No tengamos miedo de rectificar cuando nos hayamos equivocado.
  3. Defendamos nuestra dignidad como personas pero también la de los otros, diversos y diferentes. Todos tienen derecho de hablar y ser visibles. Demos voz a los más débiles. 
  4. Construyamos nuestras opinión basándonos en los hechos y cuando comuniquemos respetemos el valor de los datos para ofrecer una información completa y correcta. Detrás de las cifras hay seres humanos. Aprendamos lo bueno de ofrecer números justos. 
  5. Si son mal utilizadas, las palabras pueden herir y matar. Devolvamos el primado a la conciencia: eliminemos de nuestros sitios y blogs la violencia, denunciemos a los “escuadrones del teclado” y comprometámonos a mediar en los conflictos. Las palabras son piedras, usémoslas para construir puentes. 
  6. Seamos portavoces de los sedientos de la Verdad, de la paz y la justicia social. Cuando un cronista es amenazado, no lo dejemos solo, acompañémoslo en el camino. Convirtamonos en escoltas mediáticos de la verdad. 
  7. Con nuestro trabajo podemos iluminar las periferias del mundo y del espíritu. Una misión mucho más gratificante que buscar que los focos se posen sobre nosotros. No pensemos que somos  el centro del mundo. 
  8. Internet es una revolución, pero lo que comunicamos es revelación de lo que somos. Que nuestros perfiles sociales sean auténticos y transparentes. La web es un bien precioso: vivámoslo también como un bien común. 
  9. La sociedad no es una maraña de hilos sino una red tejida de personas: una comunidad en la que reconocernos como hermanos y hermanas. La pluralidad política, cultural y religiosa es un valor fundamental. Conectemos a las personas. 
  10. San Francisco de Asís hizo una revolución, llevando el evangelio a las plazas; también hoy estamos llamados a revolucionar el nuevo Agora que es la Red. Encarnemos las noticias y llevémoslas a las plazas digitales. 

Cuando la “Carta de Asís” fue presentada, fray Enzo Fortunato, afirmaba: “por primera vez en la historia de nuestro país (Italia), los representantes de las tres religiones monoteístas suscribimos este protocolo deontológico. Un decálogo de principios para contrarrestar la peligrosa propagación del discurso del odio en la comunicación”. 

Ojalá los medios y comunicadores católicos nos apliquemos este decálogo y abandonemos la trinchera del “ellos” y “nosotros”. ¡Que todos sean uno! (cf. Jn 17, 21)

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