Seleccionar página

Fratelli Tutti – Capítulo quinto

En este capítulo se resalta una espiritualidad política basada en la fraternidad y el bien común de los pueblos (n.154).

La propuesta populista, tanto de derecha y de izquierda, es una estrategia política de este tiempo, “El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos” (n.155). Además el populismo deteriora el sentido integral del pueblo, hace que pierda su orientación al bien común, (n. 157-159). “Los grupos populistas cerrados desfiguran la palabra “pueblo”, puesto que en realidad no hablan de un verdadero pueblo” (n.160).

La visión de popular, tiene como meta promover el mismo sentido e identidad del pueblo, desde las bases y la organización, manteniendo la dignidad como personas y colectivo (n. 162-163).

La caridad es un valor de la mística social, siempre tiene una dimensión política, “El amor al prójimo es realista y no desperdicia nada que sea necesario para una transformación de la historia que beneficie a los últimos… es necesario fomentar no únicamente una mística de la fraternidad sino al mismo tiempo una organización mundial más eficiente para ayudar a resolver los problemas acuciantes de los abandonados que sufren y mueren en los países pobres” (n.165).

Esta encíclica critica el paradigma tecnocrático, como una concreción sistemática del sistema neoliberal basado en la producción de riqueza (n.166). “El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal…El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más…No se advierte que el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social… La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos…La fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado” (n.168).

“Hace falta pensar en la participación social, política y económica de tal manera «que incluya a los movimientos populares y anime las estructuras de gobierno locales…” (n.169). la encíclica critica a los grupos de poder que quieren dominar y oprimir la organizaciones y comunidades indefensas (n.171). Los acuerdos internacionales que buscan el bien de los pueblos, tienen que ser integrados en las leyes locales, fortaleciendo la fraternidad social (n.173-174). “Gracias a Dios tantas agrupaciones y organizaciones de la sociedad civil ayudan a paliar las debilidades de la Comunidad internacional… Muchas veces desarrollan esfuerzos admirables pensando en el bien común y algunos de sus miembros llegan a realizar gestos verdaderamente heroicos” (n.175).

La política es una expresión siempre por el bien común, por eso, es un espacio donde accionamos los cristianos, por eso, dice el papa, “me permito volver a insistir que «la política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia». Aunque haya que rechazar el mal uso del poder, la corrupción, la falta de respeto a las leyes y la ineficiencia, «no se puede justificar una economía sin política…” (n.177).

La política no es un espacio de algunos grupos de poder, que actúan con mezquindad e injusticia (n.178). Los sistemas y estructuras económicas no deben afectar el bien común en la acción política (n.179). El fomentar la fraternidad y amistad social en una nación,  “Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles…Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social” (n.180). Siempre, “el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político” (n. 181). En este sentido, es importante tener presente que, “cada uno es plenamente persona cuando pertenece a un pueblo, y al mismo tiempo no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona… La buena política busca caminos de construcción de comunidades” (n.182).

“La caridad está en el corazón de toda vida social sana y abierta…” (n.184). la caridad es una acción humana, espiritual y política, “si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisita caridad, el político le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro con comida, el político le crea una fuente de trabajo” (n.186). La caridad es “corazón del espíritu de la política”, y exige la participación de las comunidades y organizaciones (n.187). La encíclica propone un modo de ejercer la política desde los frágiles e indefensos, por eso plantea necesario, “cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad…El político es un hacedor, un constructor con grandes objetivos, con mirada amplia, realista y pragmática, aún más allá de su propio país” (n.188).

La encíclica hace una llamado contundente a los grupos de poder político que ejerzan el bien común,  “por eso la política mundial no puede dejar de colocar entre sus objetivos principales e imperiosos el de acabar eficazmente con el hambre… El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable»” (n.189). Los fundamentalismos afectan el ejercicio de la política; sin apertura a la comunidad, no se construye el bien común (n.190-191).

El papa Francisco, dice, “quiero recordar que, junto con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, pedimos «a los artífices de la política internacional y de la economía mundial…Y cuando una determinada política siembra el odio o el miedo hacia otras naciones en nombre del bien del propio país, es necesario preocuparse, reaccionar a tiempo y corregir inmediatamente el rumbo.” (n.192).

La política surge y es para los humanos, se construye en lo cotidiano y en las legislaturas (n.193). El papa hace un enfoque de la política desde la sensibilidad humana, dice, “También en la política hay lugar para amar con ternura. «¿Qué es la ternura? Es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. […] La ternura es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres más valientes y fuertes»” (n.194). La ternura humaniza, y tiene que estar presente en los ámbitos políticos, teniendo presente que, “«más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega.” (n.195). La encíclica exhorta a ejercer una “buena política”, que surge de un corazón noble (n.196-197).

Fray René Arturo Flores, OFM

Comentarios

0 Comentarios