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La aventura histórica del hermano Francisco de Asís terminó el sábado 3 de octubre de 1226. Pero, con su muerte, comienza el proceso de construcción de su memoria que tendrá un lugar determinante en la canonización, por parte del papa Gregorio IX, en 1228.

Con el paso del tiempo los hagiógrafos hicieron crecer su fama y el aspecto sobrenatural  de su vida (visiones, profecías, etc).

En consecuencia, como ya sucedió en el pasado, por ejemplo, con San Agustín, para acreditar escritos, se atribuyeron diversas ideas y opiniones a San Francisco que dieron origen a toda una serie de apócrifos. Y esto sucedió no solo en la Edad Media, sino también en los siglos siguientes, e incluso en los días actuales: así, en los últimos años, comenzaron a circular expresiones citadas, como si fueran verdaderas palabras de Francisco, por ejemplo: “Predica siempre el Evangelio y, si es necesario, utiliza las palabras” o “Comienza haciendo lo necesario, luego lo posible. Y de repente te sorprenderás de hacer lo imposible”

Pero la falsificación más famosa atribuida al poverello es la oración por la paz o simple. Un texto tan famoso como no auténtico.

La pregunta que surge, con razón, es ¿dónde se originó este mito?. A esta pregunta buscaba responder el estudio de Christian Renoux, “La oración por la paz atribuida a San Francisco, un enigma por resolver” (Padua 2003)

La oración aparece, por primera vez en Francia, en 1912 bajo el titulo Belle prière à faire pendant la Messe (Bella oración para hacer durante la misa) en la revista La Clochette, una revista que buscaba motivar la participación de los católicos en la Misa, sobre todo de los domingos. 

Entre quienes tuvieron entonces la oportunidad de conocerla, estaba el canónico Louis Boissey (1859-1932) quien la volvió a publicar en el boletín Annales de Notre-Dame de la Paix y entonces llegó a manos de Stanislas de la Rochethulon et Grente quien tenia lazos con el Vaticano y creo que era bueno enviársela al Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Gasparri, como una oración para implorar la paz.

El cardenal le respondió agradecido e indicando el interés que había despertado en el Papa Benedicto XV. El 20 de enero de 1916 el Osservatore Romano publicó la oración en italiano, con algunas variaciones sobre el original de 1912.

De esta manera, nuestra oración consigue una gran difusión y es retomada por La Croix, que la publica el 28 de enero de 1916, llamándola «une prière très ancienne» (una oración muy antigua). En aquellos años, durante la Primera Guerra Mundial, el capuchino Etienne Benôit de París publicó la oración detrás de una pequeña imagen de San Francisco titulando Prière pour la paix (Oración por la paz) y explicando que resume maravillosamente la espiritualidad del verdadero seguidor del Santo de Asís.

Llegados a este punto, la oración también llamó la atención de los protestantes que veían en el franciscanismo el precursor de su reforma. El pastor Rambaud, en un trabajo de reconciliación entre reformadores franceses y alemanes, descubre nuestra oración y la difunde con la mención «Attribuée a St. François d’Assise» (atribuida a San Francisco de Asís) en miles de ejemplares en varios países europeos, especialmente en Suiza y Bélgica. 

Todo está listo para que se extienda ampliamente gracias a la traducción en varios idiomas.

También es cierto que el 27 de octubre de 1986, San Juan Pablo II, durante la jornada de oración, peregrinación y ayuno por la paz, con todos los representantes de las religiones, rezó esta oración. Y también es cierto que la elección de Asís para aquel encuentro se determinó, en parte, por la atribución a San Francisco de esta oración. 

El 8 de junio de 2014, en los Jardines Vaticanos, en presencia del Papa Francisco, los Presidentes Shimon Peres y Abu Mazen, con la participación del Patriarca Bartolomé, también recitaron la «Oración simple».

Pero entonces, ¿no hay ninguna relación de esta oración con el Santo de Asís? 

Sinceramente, deberíamos decir que no. Sobre todo si consideramos, además, la repetición del pronombre “yo” (Donde hay odio, que lleve yo el Amor), una modalidad muy distante del estilo, pensamiento y espiritualidad del Hermano Francisco. 

Sin embargo se debe admitir que el texto tiene reminiscencias de los dichos del beato Egidio d ‘Assisi, uno de los primeros en unirse a la fraternidad franciscana. 

De hecho, el hermano Egidio dice: «Bienaventurado el que ama y no quiere ser solo amado; Bienaventurado el que teme y no desea ser temido; bendito quien sirve y no solo quiere ser servido; bienaventurado el que hace bien a los demás y no solo quiere que otros actúen bien con él” (Egidio d ‘Assisi, Detti, en Fuentes hagiográficas de la orden franciscana, Editrici Francescane, Padova 2014, p. 487). 

En 1901 en Durenda. Revue catholique d´art et de littérature apareció una traducción al francés de este pasaje: «Mais bienheureux est celui qui aime vraiment, et ne désire pas être aimé” (Bienaventurado el que ama y no solo desea ser amado).

Como se mencionó anteriormente, once años más tarde, es decir, en 1912, el texto apareció en La Clochette, que después de varias vueltas se conocerá como la «oración simple» del Santo de Asís, cuya segunda parte dice: “Oh Maestro, que yo no busque tanto: Ser consolado, sino consolar. Ser comprendido, sino comprender. Ser amado, sino amar”.

En la comparación entre los dos textos, debe admitirse que no hay una intertextualidad, es decir, una cita verdadera de los Dichos del Beato Egidio, pero ciertamente hay una reminiscencia. 

Por lo tanto, si bien es falso que la «oración simple» es de Francisco, es verdad que corresponde, en parte, al Beato Egidio de Asís.

Por Pietro Massa OFM, profesor de Historia del Franciscanismo en la Pontificia Universidad Antonianum de Roma

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