Mujer de carne y hueso, mujer de historias inéditas, mujer bella e inteligente…que ama
“Es importante señalar que la sexualidad tiene una dimensión ontológica. El ser humano no «tiene» sexo. «Es» sexuado en todas sus dimensiones, corporales, mentales y espirituales. Hasta la emergencia de la sexualidad el mundo es de los mismos y de los idénticos. Con la sexualidad emerge la diferenciación por el intercambio entre diferentes. Son diferentes para poder interrelacionarse y establecer lazos de convivencia. Es lo que ocurre con la sexualidad humana: cada uno, además de la fuerza instintiva que siente en sí, siente también la necesidad de canalizar y sublimar tal fuerza. Quiere amar y ser amado, no por imposición sino por libertad. La sexualidad desemboca en el amor, la fuerza más poderosa «que mueve el cielo y las estrellas» (Dante) y también nuestros corazones. Es la suprema realización que el ser humano puede anhelar. Pero quedémonos con esto: lo femenino fue primero y es básico” (L Boff, febrero 2018).
La memoria que llevamos todos y todas, pasó por una mujer, una madre, que luego se nos olvidó, y quedó en el pasado; peor, ahora están presente con actitudes y acciones que destruyen y desprecian ese misterio femenino plenamente humano, ese ser mujer, esa parte vital, sin la cual, no habría vida.
Es cierto, la historia es de dos, la sociedad se construye entre dos, la familia llega entre dos, el hogar que es el techo donde vivimos es de más de dos. Aun, así queda el gran detalle de la mujer que con rostro y presencia total, sigue escondida, silenciada, oprimida, acosada, perseguida, violentada, golpeada, difamada, ultrajada, abusada, violada, herida y asesinada…bien dice la canción, “mujer de carne y hueso” (Luis Mejía Godoy).

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Resaltemos que los cristianos católico tenemos muy presente en la vida de fe la figura, presencia y veneración de María de Nazaret, la que se “jugo” sola, en su intimidad de mujer compartiendo con otra mujer (mayor) su destino y su nuevo modo de amar; mujer del silencio, la del corazón traspasado, la mujer amada por José de lo cual no se dice nada en la memoria escrita, donde juntos criaron a su hijo llamado Jesús (Lc 2,51-52); la mujer que busco a su hijo creyéndolo loco y luego recorrió el camino hacia Jerusalén, donde la Cruz lo asesinó después que lo condenaron los “varones, sacerdotes, líderes religiosos y políticos” todo el poder en manos del cerebro masculino…y quedaron con Él, aquellas mujeres que lo acompañaron soñando y exponiendo sus vidas movidas por el amor hacia Él y su reino (Mc 15,40-41; Lc 8,1-3). Entre estas mujeres, estaba la primera testigo de la resurrección, María Magdalena, aquella que quedó en la memoria de las primeras comunidades como la apóstol, la que llevó Buenas Noticas (Jn 20, 1.11-18).
Seguimos celebrando en muchos lugares y pueblos diferentes devociones marianas, donde ELLA, LA MUJER (Jn 2,4), LA MADRE, ESPOSA, MARIA de Nazaret es significativo en la animación de la fe del pueblo. Ojalá el cantico del magnifica (Lc 1,46-55) se rece y cante más, tomando consciencia de su mensaje liberador y esperanzador para la historia de resistencia y lucha de los pueblos oprimidos que confían en el Dios misericordioso.
Las mujeres son parte esencial de la creación entera, por eso celebrar en muchos pueblos este mes mariano, implica tener presente junto con María nuestra Madre, a todas las mujeres que cantan, bailan, trabajan, luchan, cuidan, defienden, ríen, amantan y aman en esta Casa Común, que es PACHAMAMA…
JPIC HONDURAS
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