
La Iglesia honra con culto litúrgico a tres figuras de ángeles, que en la Biblia se los llama por su nombre.
El primero es Miguel Arcángel (cf. Dan 10, 13.20; Ap 12, 7; Jdt. 9). Su nombre expresa sintéticamente la actitud esencial de los espíritus buenos: «Mica-El» significa, en efecto: «¿quien como Dios?». En este nombre se halla expresada, la elección salvífica gracias a la cual los ángeles «ven la faz del Padre» que está en los cielos.

El segundo es Gabriel: figura vinculada sobre todo al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios (cf. Lc 1, 19. 26). Su nombre significa: «Mi poder es Dios» o «Poder de Dios«, como para decir que en el culmen de la creación, la Encarnación es el signo supremo del Padre omnipotente.

El tercer arcángel se llama Rafael. «Rafa-El» significa: «Dios cura«, El se ha hecho conocer por la historia de Tobías en el antiguo Testamento (cf. Tob 12, 15. 20, etc.), tan significativa en el hecho de confiar a los ángeles los pequeños hijos de Dios, siempre necesitados de custodia, cuidado y protección.
También hay ángeles, de los que no conocemos su nombre, que participan en la vida de la Trinidad, y están llamados a tener su parte en la historia de la salvación de los hombres, esto cree y enseña la Iglesia, basándose en la Sagrada Escritura por la cual sabemos que la tarea de los ángeles buenos es la protección de los hombres y la solicitud por su salvación. Entre los libros del Nuevo Testamento, los Hechos de los Apóstoles nos hacen conocer especialmente algunos episodios. Así, cuando el ángel de Dios libera a los Apóstoles de la prisión (cf. Act 5, 18-20), y ante todo a Pedro, que estaba amenazado de muerte por la mano de Herodes (cf. Act 12, 5-10). O cuando guía la actividad de Pedro respecto al centurión Cornelio, el primer pagano convertido (Act 10, 3-8; 11, 12-13), y análogamente la actividad del diácono Felipe en el camino de Jerusalén a Gaza (Act 8, 26-29).
Referencia: Miércoles 6 de agosto de 1986 – AUDIENCIA GENERAL – JUAN PABLO II
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