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Las “cuaresmas” de san Francisco

San Francisco vivía intensamente el año litúrgico. Su forma de “celebrarlo”  incluía las llamadas “cuaresmas”. Eran largos periodos de alrededor de cuarenta días dedicados a la oración y el ayuno en preparación de alguna fiesta importante.

Al comenzar el año celebraba una cuaresma en honor a la Epifanía, desde el 7 de enero al 15 de febrero. La segunda era la Cuaresma convencional, desde el miércoles de Ceniza hasta la Pascua. Luego desde el 20 de mayo hasta el 29 de junio en honor de san Pedro  y san Pablo. Del 29 de junio al 15 de agosto honraba a Nuestra Señora en su Asunción a los cielos. Del 15 de agosto al 25 de septiembre en veneración a san Miguel Arcángel y desde la Fiesta de Todos los Santos, el 1 de noviembre hasta el 25 de diciembre en alabanza a la Encarnación del Hijo de Dios. En total doscientos treinta y un días al año.

Precisamente en la preparación a la fiesta de san Miguel, dos años antes de su muerte se produjo la impresión de las llagas, el 14 de septiembre, fecha en que ya la Iglesia celebraba la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Las llagas, ¿fruto de la oración de Francisco?

San Buenaventura en su descripción de los estados místicos menciona a la “embriaguez”, que consiste “en amar tanto a Dios y con un amor tan grande que ya no solo llega el alma a sentir hastío y nauseas de los consuelos y placeres terrenos, sino que aun se goza y  busca sufrimientos en vez de placeres; por amor de  Aquel al que ama, deleitase en los tormentos, oprobios y azotes, en padecer, ser despreciado y flagelado”…

 

El Pobrecito había recibido en grado extremo el deseo de querer asemejarse en todo a Jesús desde los mismos inicios de su conversión.

…”Me sè de memoria a Cristo, pobre y crucificado”…De sus escritos, de su Oficio de la Pasión, de sus oraciones, surge ese ardiente deseo de configurarse con el Maestro.

Tomás de Celano dirá: “Bien lo saben cuantos hermanos convivieron con él: que a diario, que de continuo, traía en sus labios la conversación sobre Jesús: que dulce y suave era su diálogo; qué  coloquio más  tierno y amoroso mantenía. De la abundancia del corazón hablaba su boca,y la fuente de amor iluminado que llenaba todas sus entrañas, bullendo, saltaba fuera. Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús presente siempre en todos sus miembros”… (1 Celano IX 115)

Por eso no resulta ajena a su itinerario espiritual la plegaria que repetía con insistencia en el Monte Alvernia.

Señor mío, Jesucristo, dos gracias te pido me concedas antes de mi muerte. Que experimente en vida, en el alma y en el cuerpo, aquel dolor que Tu, dulce Jesús, soportaste en la hora de tu acerbísima a Pasión; la segunda, que yo experimente en mi corazón, en la medida de lo posible aquel amor sin medida en que Tu, Hijo de Dios, ardias, cuando te ofreciste a sufrir tantos padecimientos por nosotros pecadores” (Consideraciones sobre las llagas)

San Francisco, que había fracasado en su intento de morir mártir en oriente, tuvo su crucifixión incruenta, pero no menos dolorosa en el monte Alvernia, Getsemani y Gólgota a la vez de su pasión por la cruz.

 

Francisco y sus estigmas, historicidad del hecho

San Francisco trató de ocultar el precioso don que había recibido. Temía las alabanzas de los otros y su propia flaqueza. Huía de la tentación de la vanagloria.Sin embargo los mas allegados y tal vez, algunos de los mas audaces, comprobaron la existencia de las llagas, cuando aun vivía.

A su muerte quedaron expuestas a la veneración publica.

Cualquiera sea la explicación científica que se quiera dar a los estigmas, no existe la mas mínima duda acerca de su existencia. Además  de sus compañeros dieron testimonio los Cardenales Hugolino, Tomas de Capua, Raineiro de Viterbo y Esteban de la Casa Nova.

Los papas Gregorio IX, Alejandro IV, Nicolás III y Nicolás IV defendieron mediante bulas, el prodigio contra el numero incontable de detractores y escépticos.

Alejandro IV además amenazó-algo que nos hace sonreír en este tiempo- con la excomunión a aquellos artistas que representaran a San Francisco sin las llagas.

La fiesta de la Impresión de las llagas, se celebra el 17 de septiembre y fue autorizada por el papa Clemente IX en 1669, aunque la Orden franciscana la habia incorporado  desde el Capitulo de Cahors de 1337.

 

El divino logotipo

La impresión de los estigmas suscito a la cristiandad desde entonces la misma pregunta que el hermano Maseo: “¿Por què a ti?¿Por qué a ti las llagas?”

La convicción generalizada es que Jesús confirmo con un doloroso logotipo el camino de Francisco, camino evangélico como el de tantos otros santos, pero de una absoluta novedad. Francisco es absolutamente original desde la contemplación de un Padre común que nos hace hermanos con todas las criaturas…

Francisco es poesía, es pobreza, es servicio, es alegría, libertad. Francisco es el símbolo universal de la Paz. Muchos grandes santos han tenido un poquito de cada una de estos dones. Francisco lo tuvo todo… y en abundancia. Por eso tiene un mensaje para todos los hombres de todas las épocas.

 

¿Y nosotros qué?

Francisco fue un testigo poco comunicativo de su propia ascesis. No dejo muchos escritos que mostraran directamente su itinerario espiritual. Solía decir: “Mi secreto para mi…”

Sin embargo fue un fino psicólogo en cuanto conocedor  del alma humana. La vida comunitaria fue la fuente de  tanta sabiduría.

Si bien se imponía severas mortificaciones corporales aconsejaba no trasponer el delicado límite de la fragilidad humana. San Francisco enseña todavía hoy que es mas pesado soportar al hermano que vestirse de cilicio y ayunar.

“Hay muchos que permanecen constantes en la oración y en los divinos oficios y hacen y hacen muchas abstinencias  y mortificaciones corporales, pero por una sola palabra que parece ser injuriosa para sus cuerpos, o por cualquier cosa que se les quite, se escandalizan y por cualquier cosa se alteran. Esos tales no son pobres de espíritu”.

¡Bendito seas Francisco! Tu que conociste el amor de Jesús en grado extremo también comprendiste las flaquezas de tus hermanos y no pusiste sobre ellos cargas que no pudieran llevar!

Tú comprendiste cuanto hay de gracia en todo lo que recibiste del Señor. Por eso te pedimos acoger a nuestros hermanos con el espíritu de cortesía que tú  nos enseñaste. Que vivamos que son un verdadero don del Señor. Que todo el que se acerque a alguno de tus seguidores  se vaya con la experiencia vital de se reconocido, aceptado, amado en el Señor Jesús. Que todos los que nos conozcan puedan contagiar un poco mas de la alegría del Evangelio.

 

Fuente: Biografias y Escritos de San Francisco-BAC

Maria Cecilia Jaurrieta

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