El Centro San Maximiliano Kolbe es el único punto de referencia de salud para cerca de 110.000 habitantes. Se sostiene gracias la generosidad de los franciscanos.
Un buen testimonio para proclamar a Cristo en medio de los enfermos y los pobres es el que llevan a cabo fray Tomasz Kret, OFMConv y otros frailes en el distrito rural de Sabou de Burkina Faso. Estos religiosos ofrecen desde 2003 asistencia gratuita a más de 110.000 habitantes, muchos de ellos pobres y enfermos, a través del Centro Médico San Maximiliano Kolbe.
Aunque en un principio nació como una pequeña farmacia parroquial, en poco tiempo se convirtió en un centro de nutrición para niños que se expandió a una realidad hospitalaria abierta a todos «sin distinción de afiliación religiosa y étnica», explica el religioso.
Y añade: “Simplemente estamos intentando vivir lo que nos pidió San Francisco. Y el ejemplo de San Maximiliano Kolbe nos ofrece un punto de vista especial: debemos compartir con los demás lo que hemos recibido, ofreciendo nuestro tiempo, nuestras manos y nuestro amor. Dios piensa en todo lo demás.”
Necesitan más medios
La gran labor llevada a cabo por los frailes necesita más medios financieros para el proyecto. Así lo explica el padre Kret que asegura que “la presencia de un médico cada 33.000 habitantes dice mucho” sobre la situación de este estado de África occidental, según informan desde el diario Herald Malasya. Y es que Burkina, además, es un país donde la tasa de mortalidad infantil es de 70 niños por cada 1.000 nacidos vivos y la esperanza de vida es de 56 años.
En este sentido, el Centro Kolbe, que también está equipado con sala de emergencias, sala de maternidad y tres quirófanos, debe enfrentarse a la falta de suministro de energía y de agua potable. Para resolver esto es necesaria la construcción de un tanque de 5000 litros y la compra de una bomba solar.
La generosidad de los franciscanos
‘Franciscan Missionary Center’ financia las intervenciones, pero la sostenibilidad del Hospital se confía, como siempre, a la generosidad de los donantes. En el servicio, de día y de noche, hay alrededor de 70 trabajadores, incluidos médicos, enfermeras, cuidadores, farmacéuticos y educadores. «Debemos resolver el problema de la escasez de profesionales médicos y paramédicos y su capacitación, porque solo fortaleciendo y capacitando al personal local -continúa el padre Tomasz- podremos hacer frente a la emergencia sanitaria y restablecer la atención médica adecuada”.
E insiste: “La mayoría de nuestros pacientes experimentan síntomas de malaria, infecciones respiratorias agudas, sarampión, meningitis, diarrea o signos de desnutrición”.
Para este religioso la ayuda de los franciscanos es muy importante “Los franciscanos no perdemos la esperanza y continuamos invirtiendo en la capacitación del personal y educación dietética. Hemos aprendido a vivir con sumo cuidado para no perder oportunidades de hacer el bien. No es solo el valor de la vida lo que importa, sino también cómo vivimos la vida«, concluye el padre Kret.
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