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Según datos oficiales de UNHCR – ACNUR – Agencia de ONU para los refugiados – en los últimos cinco años, el número de persona refugiadas o solicitantes de asilo en el norte de Centroamérica se ha incrementado sustancialmente. El crecimiento de los carteles de drogas, las pandillas, el aumentos de los crímenes, situaciones de violencia, violaciones de los derechos humanos y las persecuciones políticas entre otras realidades han provocado en algunos países desplazamientos de personas en busca de mejores condiciones de vida, más allá de lo que significa abandonarlo todo; esta difícil decisión que deben tomar miles de familias y jóvenes en Centroamérica está centrada en una opción simple  huir o morir. Ellos se ven obligados a dejar sus hogares y poner sus vidas en riesgo al realizar peligrosos recorridos, solo para poder encontrar  un lugar seguro.

Según cifras gubernamentales, en todo el mundo hay actualmente alrededor de 470.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo de El Salvador, Honduras y Guatemala 102.000 Nicaragüenses han abandonado su país en búsqueda de un lugar seguro desde hace 2 años cuando comenzaron los conflictos políticos.

La Bestia (también conocido como El tren de la muerte)

En general, más de 890.000 personas del Norte de Centroamérica y Nicaragua han sido desarraigadas de sus hogares. Los países y comunidades de acogida en Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Panamá han estado haciendo todo lo posible para acoger a quienes se ven obligados a huir.

La familia franciscana a través de la Red de migrantes da respuesta a esta realidad desde distintas ópticas, una pequeña gran luz en el camino de hombres, mujeres, jóvenes y niños es la 72 hogar refugio para migrantes, Propuesta concreta de la provincia de frailes menores de San Felipe de Jesús.

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