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En Centroamérica, y en El Salvador, todo puede pasar con la casa común. En estos días cuando fuimos envestidos por un huracán y una tormenta categoría 4, podemos confirmar que: los desastres no solo son naturales, sino muchos de ellos son provocados por la falta de cuidado de la humanidad y la creación por parte de los Estados y las comunidades locales.

En este contexto estamos rechazando un proyecto urbanístico que atenta contra el agua y la vida. El proyecto Urbanístico Ciudad Valle El Ángel es un proyecto habitacional que, según el Estudio de Impacto Ambiental Presentado al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales por la sociedad Dueñas Limitada, se edificará en el municipio de Apopa, Departamento de San Salvador, sobre una extensión de al menos 508 manzanas, conformado por 3,500 lotes para vivienda; 3,000 apartamentos en edificios de tres niveles, área de restaurantes, comercio, hoteles, hospitales, escuelas y terminal de autobuses (NFA902-2018).

Lo grave de este proyecto es que los terrenos donde se desarrollará el mismo, están sobre una zona acuífera, donde encontramos agua subterránea y nacientes de ríos que abastecen distintas comunidades.

El proyecto, tiene un proceso amañado tanto con las autoridades locales (municipales) como con el Ministerio de medio ambiente, unidos a la estructura del sistema de distribución del agua. Evidencia de esto son las concesiones ya otorgadas a la empresa “Sociedad Dueñas limitada”.

Los aspectos fraudulentos de este proceso están: en no dar comunicación clara y precisa a las comunidades, el esconder información en los ministerios, el no dialogo con las organizaciones comunitarias y de DDHH entre otros, por ello, estamos recurriendo a instancias superiores, como la Asamblea Legislativa del Estado, para que intervenga en este conflicto.

La Buena Noticia, es que esta realidad de destrucción de la democracia y de la casa común, ha inspirado la unidad cristiana de las Iglesias: luterana, católica, anglicana y bautista. Tanto el clero, obispos, pastores y lideresas cristianas nos hemos unido en este camino de justicia ambiental.

Se han hecho comunicados y pronunciamientos de parte de la Conferencia Episcopal de El Salvador, otros por las Iglesias y comunidades: todos en una sola voz profética por la vida.

También, es una Buena Noticia la unidad de las organizaciones, instituciones y colectivos defensores de los DDHH, por eso se ha conformado una “Alianza por defender el Valle el Ángel”. El equipo de JPIC de la Familia Franciscana, está presente en estas luchas acompañando e incidiendo en la comunidad eclesial y franciscana.

Los desafíos continúan al enfrentar: a la corrupción establecida en el Estado y los políticos; a la oligarquía que tiene la práctica de apoderarse y privatizar los bienes naturales; y a los miembros de las Iglesias cristianas que son indiferentes ante los conflictos sociales y ambientales, aún, después de la inspiración del papa Francisco a través de sus documentos.

¡La hermana agua no se vende, se CUIDA Y SE DEFIENDE!

René Arturo Flores, OFM

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