“No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del Señor… Por tanto, es necesario para nosotros, pastores, superar la tentación del clericalismo, de la frialdad y de la indiferencia, del comportamiento triunfal y de la autorreferencialidad”. Palabras del papa Francisco a los obispos en México (2016).
La Iglesia en América Latina tiene toda una tradición martirial y testimonial creyente, orante celebrativa, liberadora y transformadora de realidades inhumanas a más humanas. En este camino y tradición eclesial están miles de cristianos-testigos, también hay figuras de obispos que han caminado con el pueblo, amando a Jesús en cada hombre y mujer de estas tierras, cuidando la creación y los bienes naturales; hay obispos apasionados e identificados con los empobrecidos e indígenas organizados, con los campesinos “sin tierra”, con los defensores y defensoras de derechos humanos y de los bienes naturales, con los migrantes y los privados de libertad. Vamos a dejarnos inspirar por algunos obispos de esos tantos testigos en la Iglesia de América Latina.
El 4 de agosto de 1976, Mons. Angelelli, obispo de La Rioja, era asesinado por miembros del Tercer Cuerpo del Ejército, que hicieron pasar ese crimen como un accidente de auto. Así la dictadura acallaba la voz de un hombre comprometido con la opción por los pobres.
El 23 de marzo de 1980, Domingo de Ramos, Monseñor Romero pronunció en la catedral una valiente homilía dirigida al Ejército y la Policía. Al día siguiente, hacia las seis y media de la tarde, durante la celebración de una misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, fue asesinado en el mismo altar por un francotirador. El crimen se atribuyó a grupos de ultraderecha, afirmándose que la orden de disparar habría sido dada por el antiguo mayor Roberto D’Aubuisson (uno de los fundadores, posteriormente, del partido Alianza Republicana Nacionalista, ARENA).
El 21 de Julio de 1987, Mons. Alejandro Labaka, el obispo “desnudo”, fue asesinado alanceado ritualmente por guerreros Tagaerí, junto a la Hermana Inés Arango, a orillas del río Tigüino, en el Oriente de Ecuador. El deseo que tenían los dos era el de avisar a los Tagaeri del riesgo que corrían, pues las petroleras iban a entrar en su territorio. Aquellos a quienes amaban acabaron con sus vidas.
El 26 de abril de 1998, fue asesinado el obispo guatemalteco Juan José Gerardi. En septiembre de 1974 es elegido como Obispo de El Quiché (indígenas). Llevó adelante la creación de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado. En este contexto, empezó el proyecto interdiocesano REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica). En esta investigación se encontraron 55 mil víctimas y 44 mil asesinatos, entre los años 1980-1983; siendo el ejército guatemalteco el responsable en un 80% de estas víctimas
Muere en 1999 el obispo y cardenal brasileño Hélder Câmara; alguna de sus frases: “Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista”. “Cuando sueñas solo, sólo es un sueño; cuando sueñas con otros, es el comienzo de la realidad”. Defensor de los derechos humanos. En 1970 el gobierno emprendió una campaña en su contra, acusándole de traidor y de hacer el juego al comunismo e impidiéndole el acceso a los medios de comunicación, a los que se ordenó silenciar su nombre.
12 enero del 2011, Samuel Ruiz, Obispo de san Cristóbal de las Casas, México. Viviendo con los indígenas, defensor de los derechos humanos, impulsor de la “teología india”.
Diciembre del 2016 muere el cardenal arzobispo emérito de San Pablo, don Paulo Evaristo Arns. El teólogo Leonardo Boff, un franciscano como don Paulo, dijo, del cardenal «fue al encuentro del Señor que siempre sirvió a los pobres y torturado. Fue mi maestro inolvidable”.
Pedro Casaldaliga, obispo de Sao Félix. Religioso Claretiano. El obispo de los indios y de los pobres, sigue en pie conviviendo con el «hermano Parkinson». Un poeta y practicante de la teología de la liberación, sufrió amenazas de muerte y persecución del régimen militar brasileño y de los terratenientes. Consultado por el papa Francisco en el proceso de elaboración de la “Laudato Si”.
En estos días de abril se está dando la situación dolorosa e indignante de la represión del gobierno de Nicaragua por las protestas de ancianos y población en general ante las reformas del INSS. Ante esta situación la conferencia y los obispos, al igual que congregaciones religiosas, han reaccionado repudiando la represión y asesinato en su mayoría de jóvenes.
Resaltemos la persona de monseñor Silvio José Báez Ortega, obispo auxiliar y vicario general de la Arquidiócesis de Managua, religioso carmelita, que dijo en el conflicto reciente, “es importante redemocratizar Nicaragua una vez más”. También, expresó a los jóvenes que estaban refugiados en la catedral, “Yo quisiera agradecerles en nombre de la Iglesia, porque ustedes son la reserva moral que tenemos”, “Tengan cuidado. No se dejen cegar por ideologías políticas. La causa de ustedes es una causa de justicia social”. Este obispo ha respondido desde su ministerio al clamor y realidad del pueblo nicaragüense; además, hay que dejar claro, que esta situación no es fácil discernirla.
La mayoría de obispos de Centroamérica están acompañando al pueblo, esto es una buena noticia. Sin embargo, obispos que defiendan al pueblo cuando lucha y protesta en las calles, cuando es reprimido y asesinado, no tenemos muchos obispos o conferencias que estén asumiendo su causa; posiblemente, podemos opinar, porque se entra en conflicto con los gobernantes, con los empresarios que manejan la riqueza del país, con las autoridades del ejército y la policía, ¿o será porque estos políticos son “católicos y bienhechores”?
En los pueblos de Centroamérica, y por tanto en Honduras, necesitamos como pueblo de Dios, obispos que estén acompañando y dando su palabra honesta y atrevida en favor de los empobrecidos, campesinos, indígenas y diferentes grupos que están protestando, luchando y resistiendo por querer una mejor calidad de vida para todos y todas las hondureñas.
¡Queremos obispos comprometidos con las causas de los empobrecidos y marginados del sistema!
¡Queremos obispos con los campesinos que luchan por su territorio y patrimonio!
¡Queremos obispos con las comunidades indígenas que defienden los ríos y los bosques!
¡Queremos obispos con los defensores y defensoras de los derechos humanos!
¡Queremos obispos con los estudiantes expulsados de la Universidad Autónoma!
¡Queremos obispos con los migrantes que son expulsados del país!
¡Queremos obispos con los que defienden la Casa Común de las empresas extractivas!
Dijo Jesús, «nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.» Mt 6,24
Aniversario del martirio de Mons. Juan J Gerardi, 26 de abril, 2018
Por JPIC Honduras
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