Poissy, 25 de abril de 1214 — Túnez, 25 de agosto de 1270

Fue un alma fecunda en santidad bajo aspectos variados. Conocido por sus virtudes fue citado por un famosos escritor de aquella época que llegó a decir: “ No sabemos que admirar más, si el caballero, el religioso, el patriarca, el rey o el hombre”.
Su amigo y biógrafo resumió su vida diciendo “Este santo hombre, amó a Dios con todo su corazón y lo imitó en sus obras”. Formó parte de la Orden Franciscana Seglar, fue un hombre de gran fe y fervor.
Pasaba cada día largos momentos de oración, alguien lo criticó por esto y al llegar a sus oídos el respondió con humor “seguro que nadie diría nada si dedicara mi tiempo cazando en el bosque ciervos y perdices”.
Luis IX se esforzó toda su vida para que reinasen la justicia y la paz, conjugando su vocación de cristiano y de hombre de Estado. Los soberanos de Europa lo buscaron por su sabiduría. Su sentido de la justicia y su amor a Dios y a los pobres.
Estando en Túnez, en su octava cruzada, se contagió de la peste de la disentería. Al saber que moriría pronto, pidió los santos sacramento, luego que lo pusieran en el suelo, sobre cenizas y con los brazos en cruz le oyeron decir en voz baja: “Señor, entraré en tu casa y te adoraré en tu santo tabernáculo”.
Aquel 25 de Agosto de 1270 a las 3 de la tarde, en gracia expiró. Así pasó de esta vida a la eternidad quien vivió siempre bajo la mirada del Señor y dedicó su vida al servicio de Dios y los hermanos. 27 años después el entonces Papa Bonifacio VIII lo canonizó declarándolo San Luis Rey de Francia, es representado con la cruz, la mano de la justicia y el cíngulo de los Franciscanos Seglares de los que es su Santo Patrono.
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