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La diócesis de Tilarán-Liberia, en el Norte de Costa Rica inició recientemente una iniciativa llamada “Venga, hable conmigo”. Según explicó el diácono permanente Francisco Venegas, coordinador diocesano de la Pastoral Social, esta iniciativa surge tras observar “el estado emocional de muchas personas por los efectos de la pandemia del Covid 19 y del cambio climático”, así como de escuchar “el llamado de Monseñor Manuel Eugenio Salazar, de salir al encuentro y escucha de esas personas”.  

Se trata de un claro intento por ser una “Iglesia en salida”, yendo al encuentro de las personas en su cotidianidad, como invita frecuentemente el Papa Francisco. “Venga, hable conmigo” no es un espacio de confesión, ni de atención psicológica; es simplemente un equipo de voluntarios con dos sillas, una mampara plástica y una sombrilla grande cada uno, que toman una mañana para sentarse en un parque y escuchar a las personas que deseen acercarse. 

La iniciativa se puso en marcha por primera vez el 21 de diciembre en la comunidad de Liberia, con resultados muy positivos. El proyecto prevé realizar al menos cuatro vistas de este tipo a cada comunidad parroquial de la diócesis.

La próxima será este 22 de enero en la comunidad de Nicoya.

Según dijo don Francisco, los voluntarios “son personas a quienes se les reconoce por su actitud constante de acoger y escuchar a las personas”. Al tratarse de ciudades pequeñas, donde muchos vecinos se conocen entre sí, se tiene el cuidado también de que los voluntarios sirvan en otras comunidades y no en la suya; constituyéndose así en una especie de “misioneros de la escucha”, llamados a salvaguardar la privacidad de quienes se acercan a compartir. 

Dannia Villegas trabajó por muchos años escuchando líderes y apoyándolos desde su ámbito profesional. Sin embargo, nunca se imaginó que, poco tiempo después de pensionarse, recibiría una llamada de la de su diócesis para invitarla a poner ese talento al servicio de los demás de una forma muy diferente. 

Para doña Dannia, es difícil poner en palabras lo que significó escuchar a las mujeres que se acercaron a hablar con ella en el parque de Liberia: “Es hermoso… No lo puedo describir… Pero no es tanto lo que yo sentí, sino lo que sintieron esas almas. ¡Hay tanta carencia de amor!” Curiosamente, sus silencios prolongados al intentar expresarse dejan entrever el testimonio de una experiencia profundamente espiritual, de encuentro con Dios a través del servicio a los hermanos. “No lo puedo describir. Estar a la escucha, al cuido de la otra persona, sin juicios (…) Lo bello es atreverse, dar el paso, iniciar esta forma diferente de escuchar”. Al parecer la alegría es contagiosa, pues también yo me llené de alegría al escuchar a doña Dannia expresar estas cosas. 

Don Francisco señaló que en enero tendrán una reunión para evaluar la experiencia y poder implementar algunas adaptaciones con los aprendizajes surgidos de la primera actividad. Según dice, algunas cosas que ya han comentado es que es mejor realizar la actividad en fin de semana y que, además de guardar los protocolos sanitarios contra el Covid 19, también es necesario protegerse del sol, pues son zonas calientes, de clima seco, algunas de ellas cercanas al mar. De hecho, en esta ocasión utilizaron sombrillas grandes, de colores, también “con el fin de recordar la alegría y la vida que caracteriza a las personas de esa región”, comentó. 

Para terminar, quisiera detallar que este proyecto forma parte el Plan de Trabajo de la Pastoral Social de la Diócesis de Tilarán-Liberia para el 2022-2024, que lleva por título “Mirando al Ser Humano desde la mirada de Cristo”. En el mismo, destacan iniciativas en favor de las personas en condición de calle, privadas de libertad, migrantes y enfermas; así como la participación en actividades propias o comunales de conservación del ambiente, reforestación, reciclaje, limpieza de ríos, atención de emergencias, etc. 

Ello trae consigo la riqueza de poder ayudar a establecer conexiones entre personas e instituciones. En el caso del proyecto “Venga, hable conmigo”, don Francisco explicó que, si las personas así lo pidieran, se les puede ayudar a hacer los contactos con instancias eclesiales o civiles que puedan darles un acompañamiento continuado sea de tipo espiritual, psicológico, etc. 

Para el diácono coordinar este plan de trabajo es una gran alegría pues “para eso es que uno ha sido ordenado diácono, como un servidor”. Dannia, por su parte, concluyó diciendo que para ella esta experiencia se trata de un nuevo despertar: “Yo no tendría ningún inconveniente en dedicar más tiempo a esta iniciativa. A lo mejor es un llamado para involucrarme en la pastoral social. Al final, yo estoy para servir”. 

Sobre el autor de esta entrada:

Ariana Díaz Acuña

Ariana Díaz Acuña

Teóloga y misionera costarricense.

Licenciada en Teología por la Universidad Teológica de América Central en 2017, diplomada en Pastoral Educativa por el Instituto Teológico Pastoral para América Latina (ITEPAL) en 2014 y diplomada en Doctrina Social de la Iglesia por la Universidad Católica de Costa Rica en 2020.

Ariana es Coordinadora del Capítulo Nacional del Movimiento Laudato si’ en su país y representante de Mesoamérica y El Caribe en el Consejo Continental del mismo Movimiento. Además, es co-líder de la Red de Educación Superior LISTEN Network y miembro de la red de comunicadores católicos Signis Costa Rica. Desde 2019 forma parte de la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (REMAM).

En el pasado se ha desempeñado como docente de secundaria y universitaria, así como Directora Adjunta del Observatorio Laudato si’ de la Universidad Católica de Costa Rica y Directora Académica de la Academia de Líderes Católicos en Costa Rica. En reiteradas ocasiones vivió como misionera en la amazonía peruana, en donde compartió con comunidades campesinas e indígenas amazónicas. .

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